Notas de un lector

Mujer de arena

Amplio y meritorio viene siendo, desde hace décadas, el quehacer literario de Ángela Reyes. Relatos, novelas y trece poemarios avalan su constancia

Amplio y meritorio viene siendo, desde hace décadas, el quehacer literario de Ángela Reyes. Tres libros de relatos, tres novelas y trece poemarios avalan su constancia y su devoción por la palabra.
Ahora, esta gaditana de Jimena de Frontera, suma un nuevo libro, “Mujer en la penumbra” (Huerga & Fierro. Madrid, 2017).Y hasta la calma soleada del estío y hasta sus tierras del Sur me he traído, precisamente, sus versos.

    Estos más de treinta poemas quieren rendir tributo a la terrible lacra social del maltrato a las mujeres. Si bien la protagonista es una adolescente musulmana, Ángela Reyes ha querido reflejar con su decir el tormento, la indignidad de tantas féminas que están privadas de libertad y derechos tanto en Oriente como en Occidente. 

     Dividido en tres apartados, el volumen se abre con “Laila”, personaje principal e hilo conductor de esta historia de amor. Envuelta ya en el burka, Laila comienza a asomar sus ojos por los oscuros territorios de su tierra natal, cuyas costumbres son,en ocasiones, insolidarias e irreversibles. De ahí, que el sujeto lírico utilice la segunda persona para advertir de cuánto resta por llegar: “No preguntes, no indagues,/ yo te digo que el beso del cristiano/ no vale dos almendras (…) No olvides que eres mujer de arena,/ de dunas caminantes que a pleno sol dibujan/ aldeas muy lejanas;/ aldeas con la cal desfallecida junto al pozo”.
En este recorrido por las escenas y los personajes familiares, el lector va adentrándoseen el distinto universo que rodea la vida de la joven. Y lo hace, a través de un verbo latidor, sincero, que Ángela Reyes domina y modula con primoroso ritmo. La música de su verso libre se torna testigo de un delicado tema al que ha sabido aproximarse con respetuoso rigor.

    Su segunda sección, “Tu hermano pudo ser feliz”, relata cómo él se marchó a “hacer la Guerra Santa,/ a vencer el dragón de cien lenguas de fuego (…) Apenas tuvo tiempo/ de hacerse un hueco en la trinchera./ La bala que le dio en plena boca estaba fría/ y sabía a diciembre de tierras muy lejanas”. Ahora, ese hermano que viene a visitarla antes de su boda, es un hombre taciturno y mutilado, herido para siempre por sus miedos.

    Como coda, “La lumbre del farero”, es un cántico amatorio, de corazonada celebración. “Todo ha cambiado y tú lo sabes/ desde que vino el cuidador del mar”. Desde entonces, sí, aquella Laila asustadiza y liviana, ha crecido, ha ido descubriendo que “lo mejor de la vida es el asombro”.
Los preparativos para el desposorio serán temática recurrente de esta última parte, en donde la lumbre de la dicha ilumina los paisajes del alma: “Desde hoy serás la Gorgona del viento,/ la mujer que maneje la rueda para darle a la luna/ su amianto y su candor”.

     En suma, un muy bello poemario, vívido y solidario, tamizado por un verso pleno de honesta condición. Y de sincero y lírico mensaje

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN