Notas de un lector

Ojos en la noche

Desde que, en 1994, viera la luz su primer libro la creación de Pedro Flores se ha ido desarrollando de manera constante y rigurosa

Hace más de dos décadas que sigo muy de cerca la obra poética de Pedro Flores (Las Palmas de Gran Canaria, 1968).
Un Congreso de Poesía en su ciudad natal, al que asistí como invitado, me dio ocasión de conocer no sólo su quehacer sino también al hombre cabal y honesto que hay detrás de sus versos.

     Compañeros de generación y coetáneos en el ímpetu y la pasión poéticas, hemos ido intercambiando afectos, poemarios y complicidades en estos últimos veinte años.Guardo con cariño los distintos volúmenes que Pedro ha publicado y me ha enviado puntualmente y, de muchos de ellos, me he ocupado en muy distintos medios.

     Desde que, en 1994, viera la luz su primer libro, “Simple condicional” (Accésit del premio internacional de poesía “Ciudad de las Palmas”), su creación se ha ido desarrollando de manera constante y rigurosa, sostenida a través de una apuesta valiente y sincera.
Ahora, bajo el título de “Salir rana” (Renacimiento. Sevilla, 2016), se edita una oportuna antología que recoge una variada muestra de su lírica.

La selección ha corrido a cargo de Vicente Gallego, quién, además de elegir los textos aquí reunidos, ha escrito un jugoso prefacio. En él, reconoce que la primera noticia que tuvo de Pedro Flores, fue tras la concesión al autor canario del premio “Oliver Belmás” por su libro “Como pasa el aire por el lomo de una bestia”.
A raíz de ello, la cercanía y sintonía entre ambos poetas fue creciendo hasta llegar a este florilegio necesario, que da cuenta de la labor de un autor que lleva tantos años al pie del verso y de las letras.

    La antología incluye poemas de ocho libros: “Nunca prendimos París” (1998), “La poética del fákir” (1999), “Al remoto país donde sonríes” (2006), “Al este del desdén” (2008), “La poesía debe ser como la bala que mató a Kennedy” (2011), “El último gancho de Kid Fracaso” (2012), “Como un león de piedra en el arqueológico de Bagdad” (2011), el ya citado,“Como pasa el aire por el lomo de una bestia” (2014), además de 12 inéditos correspondientes a “El don de la pobreza”.

    “Su voz brota con una naturalidad que es más bien desparpajo, con una suerte de descaro que se topa con la belleza sin citarse con ella”, anota Vicente Gallego en su prefacio.
El lector que se acerque hasta este atractivo volumen, encontrará, el decir de un escritor de cuerpo entero, con una amplia variedad de registros, una sugestiva diversidad temática, una serena audacia expresiva y una sobria imaginería verbal, que devienen en un cántico hímnico y humano, estimulante y evocador, fiel y vitalista, tal y como reza su “Poética”: “Todo empezó cuando mamá,/ mirando las puntas de los lápices/ decía:/ si gastas ahora todos los colores,/ no podrás pintar más árboles,/ ni más tigres cuando te lo pidan./ Y tracé bosques calcinados/ por rayos que nadie veía,/ sigilosas fieras a las que bastaba ser/ dos radiantes ojos en la noche”.

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