Los huesos no se tocan

Hay que tener afición, mucha, para meterse unos cuantos metros bajo tierra a buscar y rebuscar lo que viene siendo la osamenta de Don Miguel de Cervantes. De pensarlo, a mí me entra un repelús importante.


  Cotejar tibias, peronés, húmeros y costillas, a ver si son o no son las del autor del Quijote. Y si lo son ¿Qué hacer con ellos a estas alturas? Me cuesta trabajo entender el por qué del despliegue que se ha montado para esta misión. Por el fondo y por la forma.  


   Se me viene al pensamiento el título de aquella novela de ese riojano universal que fue Rafael Azcona, “Los muertos no se tocan, nene”, llevada al cine. Pues eso. ¿Hay necesidad de remover los huesos de Cervantes? No será más lógico, más normal y menos absurdo seguir acrecentando la fama del escritor por lo que dejó escrito, que no fue poca cosa, que por los restos de sus restos mortales si es que acaso lo son.


    Francamente me parece un pelín macabro. El asunto da para un guión de Azcona o para una novela. Sin ir más lejos, nuestro paisano Eslava Galán se ha hecho acreedor recientemente del Premio Primavera de Novela teniendo a Cervantes como protagonista. Así pues, a la vista queda que aquí nuestro paisano, si lo quiere, tiene pie para un nuevo argumento novelesco en torno a Cervantes y de rabiosa actualidad.


   Ignoro que pensarán científicos, forenses, antropólogos de un lado y literatos de otro. Para mí, desde mi visión periférica del asunto, no me parece más que un derroche energético de medios y dinero hacia algo que sinceramente creo, no procede. Dejemos a los muertos tranquilos y en paz, por muy célebres que para los siglos de los siglos sean sus huesos, porque al fin y al cabo, como decía la canción “huesos ná más” es lo que son.


   El derroche hay que hacerlo en propagar su obra y su legado, y fortalecer especialmente el hábito de la lectura. Eso si es prioritario, y no sumergirse en las profundidades de la tierra a rastrear siguiendo un convencimiento o una probabilidad, porque aunque bien es cierto que los tiempos avanzan que es una barbaridad, hay ciertas cosas que ni la ciencia puede certificar al cabo de varios siglos bajo mi punto de vista. Y todo por darse el pegote de decir que aquí yace de verdad quien en su día escribiera las andanzas de Don Quijote de la Mancha, cuando a simple vista no dejan de ser huesos de sepa Dios quien.

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