Siempre Así

A los artistas, hoy día, les cuesta un auténtico mundo vender sus discos. En los últimos conciertos a los que he asistido no ha faltado el lamento por la escasez de público, los discos que no se venden e incluso las trabas de las compañías aéreas para facturar las guitarras de un tiempo a esta parte. Un desastre.


   Hace unos quince años, entre la guasa de mi hermano y el enfado de mi madre, en plenas navidades me traje desde Ceuta una gran caja de madera en cuyo interior días atrás había viajado un jamón que regalaron a mi tío. Yo me traje la caja para reconvertirla en estantería para mis discos, porque ya no me cabían más en el mueble donde estaban. Ha pasado el tiempo y ahí sigue la caja, y en ella mi tropel de discos que con ilusión iba comprando con mis ahorros.     Hago memoria y sólo tengo la discografía casi completa de “No me pises que llevo chanclas” y de “Siempre Así”. Grupos sevillanos ambos, si bien de la música “agropop” de “Los Chanclas” a la de “Siempre Así” dista un abismo por lo bruto de su música y letras, pero también por su genialidad. Alcancé a verlos cuando yo era un chavalillo, en una Feria de San Lucas cuando por entonces se celebraba en lo que hoy día es el Bulevar. Hablo de mediados de los años noventa.   


A “Siempre Así” en cambio no he podido verlos en directo por mucho que hayan actuado en Jaén. Siempre un contratiempo me lo impedía. Mi tía Teresa, que vive en Sevilla, nos descubrió a este grupo a través de una cinta de casette que nos regaló con su primer disco y desde entonces muchos han sido los kilómetros que hemos recorrido con la música de este grupo, y no ha habido una sola celebración familiar en que no haya sonado entera su extensa discografía, de principo a fin, o una reunión de amigos en que las guitarras se hayan arrancado a acompañar las letras de Rafa Almarcha y Roberto Alés que de memoria todos nos sabíamos para cantar al amor, al desamor, a la alegría, a la vida o la amistad. Los pilares sobre los que se asienta la filosofía de un grupo de amigos de Sevilla unidos en torno a la música y a quienes el éxito  llevó más lejos de lo que pretendían cuando vieron que los ratos en el Coro de la Hermandad del Rocío se les quedaban  cortos.  


El viernes volverán a actuar en Jaén para conmemorar sus veinte años en los escenarios. Aquí, que hasta no hace mucho una caseta llevaba su nombre en el ferial, cuentan con legiones de seguidores. Mi prima Victorita creo que los ha visto cuatro veces este año, no como yo, aunque el viernes procuraré saldar una deuda conmigo mismo.    Gente corriente cuya música invita al optimismo. Una de sus letras, genialidad de Rafa Almarcha, ha sido una de las canciones que más me ha influenciado en mi forma de pensar, porque verdaderamente “si los hombres han llegado hasta la luna” en esta vida hay cosas que no deben resultar imposibles y al menos si uno intenta alcanzar aquello que desea, lo puede conseguir. Ellos quisieron cantar entre amigos, luego formar un grupo y poder grabar un disco. Lo consiguieron, y de eso han pasado ya veinte años. Y ahí siguen.

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