Lo que queda del día

Susana Díaz y la entropía

La entropía “describe lo irreversible”, que es lo que pretende ahora Susana Díaz: volver a la situación en la que estaba hace un par de meses como si no hubiese pasado nada, sin que se den las condiciones para lograrlo.

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Leo el tweet de uno de los asesores y palmeros convencidos de Susana Díaz y no sé si consolarlo o dedicarle un “haw-haw” al estilo de Nelson, el amigo de Bart Simpson. Se lamentaba en su mensaje, como si en el mismo estuvieran las claves de la salvación del mundo: “En las negociaciones con Susana Díaz los partidos están pensando en sus estrategias, no en lo que necesita Andalucía, que es un gobierno”. Puede que si se lo hubiera advertido igualmente a su presidenta antes de que decidiese convocar elecciones anticipadas, ahora no estaríamos en esta situación, ¿o acaso no pensó ella antes en su estrategia que en mantener un gobierno estable?: “haw, haw”.

En el fondo, la tesitura es comprensible. Hemos pasado por tantos estados emocionales en tan poco tiempo que tenemos maltratado al corazón y vencidos los anhelos. Bastó el primer debate televisivo para que los que habían salido defendiendo la decisión de Díaz, por valiente, por astuta, por lideresa, por derroche de cercanía, se dieran la vuelta en la vereda de un conejo y empezaran a poner en duda la validez de su decisión, que si qué necesidad tenía, que si con un parlamento tan fragmentado a ver si es capaz de lograr los votos suficientes para su investidura, que si iba a terminar pasándole factura al partido en las municipales...

El resultado del 22M volvió a poner las cosas en su sitio, como cuando acababan las fiestas en la canción de Serrat: “vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a sus riquezas y el señor cura a sus misas”. No me extraña que Millás esté hasta los cojones de que le digan lo que tiene que pensar sobre los resultados, cuando lo que ha ocurrido en Andalucía se resume en una sola palabra, entropía, y no la ha apuntado ningún analista, sino Woody Allen en su película Si la cosa funciona, que esta semana han pasado por La 2 casi como una especie de revelación. La entropía “describe lo irreversible”, como cuando sale la pasta del dentífrico, porque ya no puedes volver a introducirla en el tubo -es el ejemplo que pone Allen-, que es lo que pretende ahora Susana Díaz: volver a la situación en la que estaba hace un par de meses como si no hubiese pasado nada, sin que se den las condiciones para lograrlo.

Hasta Jorge Reverte citaba esta semana otra de las teorías descritas en la película para analizar el escenario político, la del principio de incertidumbre de Heisenberg -no el de Breaking Bad, que es el rostro que encontrarán en Google si ponen su nombre, sino el físico alemán-, que planteó que el acto mismo de observar un hecho cambia lo que se está observando.

Y si tenemos en cuenta que la palabra “incertidumbre” ha sido una de las más usadas por los políticos de los grandes partidos en el último año, cabría preguntarse hasta qué punto son ellos mismos los culpables de provocar los cambios que se niegan a reconocer, después de no haber sabido reconocer por qué anda el personal tan cabreado -“no somos casta, somos caspa”, ha llegado a pronunciar con agradecida autocrítica un dirigente del PP tras los resultados en Andalucía-.

El PSOE pretende solucionarlo de cara a las municipales con un argumentario que responde al tono naíf con el que su secretrio general ha decidido salir a la calle y enfrentarse a los desafíos del presente; es decir, más transparencia -que de tanto pronunciarlo cada vez se parece más a El Dorado- y más participación asamblearia ciudadana para que se evalúe anualmente la gestión de sus alcaldes: con lo bien que queda sobre el papel y cuánto cuesta visualizarlo, que es lo malo de proyectar sobre el presente lo peor de nuestro pasado. Por cierto, si quieren hablar de transparencia, fíjense en Francia y en la gestión de la crisis por la catástrofe aérea en Los Alpes: minuto a minuto y sin ocultar una coma.

Bueno. Pararse ahí. En Cádiz cantaban que “aquí no se respeta ni que estamos en Carnaval”, pero la mayoría espera que sí se haga con la Semana Santa, penúltimo remanso para el acopio de fuerzas de cara a las municipales. Quedarán siete semanas por delante, con sus incertidumbres y sus entropías. Lo que diga Woody Allen.

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