Me queda la palabra

Errores y Meteduras de Pata

Aunque lo más grave de todo sería llamar debates insustanciales a la reivindicación de un lenguaje no machista

Publicado: 20/02/2018 ·
14:34
· Actualizado: 12/03/2018 · 10:59
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Autor

Manuel García Mata

Manuel García Mata es licenciado en Geografía e Historia por la Complutense de Madrid,

Me queda la palabra

Temas de actualidad, siendo la cuestión socio-política la más tratada, muy frecuentemente centrada en Rota, mi localidad

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Resulta absolutamente lamentable que se aproveche la más insignificante incidencia para lanzar toda la caballería contra determinadas corrientes de pensamiento, valiéndose de situaciones meramente anecdóticas. Queda patente que, contra estas, todo vale. La archifamosa frase de “los portavoces y las portavozas” que dejó suelta Irene Montero consciente o inconscientemente ha servido para que toda la cohorte de la camada pesebrera ultramontana y reaccionaria insalive sus fauces con la pretensión de devorar a la presa que se pone a tiro.

He dicho ultramontana y reaccionaria, pues alguien me corrigió en una ocasión por llamar fascista a alguien de actitudes parecidas, o sea a alguien “facha” o “fascista”, a elegir; por eso he decidido tratar de evitar esa terminología. Volviendo al elemento desencadenante de la polémica, en mi opinión tanto Irene Montero, con sus “portavoces y portavozas”, como pasó con Bibiana Aído, con sus “miembros y miembras”, comtieron un error o incorrección innecesarios que en absoluro desmerecen sus innegables valores, de lo que la camada “fasc...”, perdón, ultramontana y reaccionaria, tanto ha abusado. Reitero, ni “portavozas”, ni “miembras” tienen justificación alguna; al contrario que juezas, fiscalas, médicas, abogadas, azafatos, mozos sirvientes, por no extenderme más.

Más sorprendente parece que de entre las filas progresistas salga alguna desacertada voz, tratando de arremeter contra pilares de la lucha feminista, como lo es desde hace muchos años, la defensa de un lenguaje inclusivo que otorgue visibilidad al 50% de la población, que durante siglos ha estado silenciada. Ni cabe la estúpida dicotomía entre “el huevo y la gallina”, en este caso si es antes la sociedad machista que genera un lenguaje machista o si el lenguaje machista es quien determina el machismo en la sociedad, absolutamente lamentable.

Como tampoco es justificable decir que estas reivindicaciones sirven para tapar debates de mayor enjundia e importancia, como la Gürtel, los ERE, la LOMCE, la Reforma Laboral, los desahucios, los bancos o la pobreza energética, sin duda todos ellos fundamentales. No hay más que fijarse como los medios de comunicación oficiales no necesitan nada para dirigir la atención de la pasiva audiencia donde a ellos les interesa: Ejemplo, la ocurrencia de esa señora que le pagan por cantar, llamarle cantante sería un insulto a la profesión, Marta Sánchez, por ponerle cuatro palabras mal rimadas al himno de España, con la pretensión de que fuese su letra. Aunque lo más grave de todo sería llamar debates insustanciales a la reivindicación de un lenguaje no machista: craso error, mejor eso que poner el calificativo que se merece.

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