Me queda la palabra

El Aeropuerto de la Base: El Conflicto

A ver si es verdad que de una vez despierta Rota, aunque solo sea para que se demuestre que la dignidad de esta tierra no vamos a permitir que la pisoteen.

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El conflicto laboral que se desata entre la plantilla del colectivo de trabajadores del aeropuerto de la Base y la empresa concesionaria, Louis Berger, no es tan solo el problema de estas personas y de sus familias. Aquí nos jugamos todos y todas mucho más, muchísimo más.
La odiosa crisis que estamos padeciendo ha ido dejando, gota a gota en unos casos, a borbotones en otros, una lista muy larga de desempleados en Rota; pero quizás porque las empresas más significativas estaban localizadas en otros lugares, parecía que Rota, a pesar de que ese polígono que bullía de actividad años atrás y ahora se aproxima a pasos agigantados a un nivel de actividad que empieza a percibirse como testimonial, siempre nos quedaba el consuelo de la Base. Ese recinto militar que ha sido y sigue siendo el granero de empleos para la gente de Rota. Ninguna otra empresa radicada en Rota puede ofrecer ni de lejos nada parecido.
Pero ahora el mito se rompe, la Base pierde puestos de trabajo desde hace tiempo y ahora nos lo evidencia de la manera más ingrata. Una empresa que gana la adjudicación de una contrata, que conoce de sobra la situación de su adquisición y las condiciones laborales que asisten a las personas que integran la plantilla, pretende justificar que la necesidad de ajustar la oferta para ganar el concurso, se ve obligada a empeorar las citadas condiciones, incorporando en el paquete de medidas el despido de varios trabajadores. El primer envite ha situado en la puñetera calle a trece trabajadores, si bien sus amenazas se extienden en principio a cuarenta y cinco. Gracias a una reforma laboral injusta e inhumana para la parte social, para la clase trabajadora, las empresas, como esta de Louis Berger, aprovechan para conculcar derechos ganados y merecidos, con el único objetivo de multiplicar sus beneficios al amparo de una clase dirigente que no tiene más solución a los problemas económicos del país que ponerles cada vez más fácil a los empresarios la explotación de sus empleadas y empleados. Esta Base que nos prometió el oro y el moro, el maná y hasta el último vino de las bodas de Canaán, con el famoso Escudo Antimisiles, que sirvió de despedida al sr. Zapatero, aquel en quien tanto confiamos y nos vendió por mandato de la Troika Comunitaria, ha cesado de darnos alegrías, por mucho que se anunciara a bombo y platillo; lo que nos trae desgraciadamente son despidos, amortización de puestos tras las jubilaciones y ninguna creación de nuevos trabajos. Bueno, uno sí; el de la persona que se colocó en la oficina del engañoso Welcome to Rota. Hoy se pierden trabajos en el aeropuerto, poco tiempo atrás en la cafetería y así sucesivamente, sin visos de cortar la sangría.
Mas no se trata solamente de que cada puesto que se pierde es una familia que se queda sin recursos, que aparte de vivir el drama que arrastra la precariedad, es también una familia que se ve obligada a dejar de consumir, son daños colaterales que también afectan a otras. Pero, incluso más importante, se rompe la ilusión. Cuántas veces habrán defendido las gentes de Rota la existencia de la Base, porque, aun cuando eran cada vez menos quienes se beneficiaban de un puesto de trabajo, el sueño de acceder a uno de ellos, era motivación especial para defender su continuación. Eso se ha roto, la Base ya no trae esperanza, lo que nos empuja, mientras no disfrutemos de otros dirigentes con mayor energía que sepan revertir esta dinámica liquidacionista, cosa harto complicada, a luchar porque se mantenga lo que nos queda. Además tampoco nadie se ha preocupado por crear alternativas de trabajo en Rota, viendo como se ve, que en la Base se ha acabado la época de vacas gordas.
Es necesario buscar algo que sirva para que se aparquen todos esos prejuicios que hacen que la gente de Rota encuentre siempre razones para no comprometerse y, quizás haya quien no se dé cuenta, pero esta vez es diferente. Sobran los motivos. Es la hora de ejercer de amplitud de miras y olvidar todos esos resquemores guardados absurdamente, esos reproches a actitudes pasadas que no llevan a ningún sitio y que solo sirven para empequeñecer y miserabilizar a quien se argumenta en ellos. Vamos a terminar de una vez de que estos hicieron o dejaron de hacer, que si tenían o no privilegios, siempre habrá que se esconda en estas falsas artimañas; alguna vez tendremos que romper el círculo vicioso y no será fácil que se presente mejor ocasión que ahora. Dejémosnos de posturas ridículas y demos el paso adelante. Todo el pueblo tenemos que arrimar el hombro y estar codo con codo con quienes ahora defienden su puesto de trabajo y el de sus compañeras y  compañeros. Lo contrario será bendecir la postura de quienes no respetan a los demás, de quienes desprecian al pueblo de Rota: una actitud pasiva nos convertirá en cómplices.
A ver si es verdad que de una vez por todas despierta Rota, la marinera, aunque solo sea para que se demuestre que la dignidad de esta tierra no vamos a permitir que la pisoteen.

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