Me queda la palabra

Frío

Mientras tanto, la gente se muere de frío. España y Europa, ejemplos de civilización.

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2017 ha traído como novedad un invierno duro como hace tiempo que no ocurría, de los que no estamos acostumbrados.
En contra de los desprecios de “intelectuales” a las teorías que anunciaban la llegada del cambio climático la tozuda realidad se nos presenta con unos sucesos nada halagüeños. Las bajas temperaturas generalizadas y los desastres ocasionados por tormentas y temporales nos apuntan  un anuncio de lo que desgraciadamente será el futuro más próximo con todas sus consecuencias. Esta primera oleada nos ha traído cortes de carreteras, incluso de autovías radiales como la A-3, dejando atrapadas con ello numerosas personas a quienes no les quedó otra que soportar pacientemente muchas horas de incertidumbre. No creo que fuera muy fácil suponer que se llegase a ese extremo, por lo que no seré yo quien cargue contra los responsables gubernamentales por estas incidencias; por eso es disculpable, en mi opinión, aunque por esta vez; otra ya no sería la primera. En cambio, que se fueran acumulando AVEs en la estación de Albacete, sí muestra la incapacidad de los responsables para tomar medidas cuando ya se conocían sus efectos.
Pero  no solo han preocupado los efectos del frío en el transporte. Mucho más lamentable, y es ahora cuando se hace mucho más visible, en el momento en que se nos hace mucho más necesario el consumo de electricidad, no sé por qué causa mágica, los costes de la misma crecen hasta la efervescencia aumentando de forma vergonzosa los rendimientos monetarios a las eléctricas. No creo que nadie se atreva a poner en duda que estas empresas campean a sus anchas, con un sistema tarifario que los políticos de turno, estos y los anteriores, les pusieron en bandeja para llenar bien sus cuentas bancarias, aquí y quién sabe en cuántos paraísos fiscales. En mi inocencia se me ocurre pensar, si no tendrán algo que ver que los expresidentes, González y Aznar, tuvieran un sillón guardado en los Consejos de Administración de algunas de estas empresas.
Las tropelías de las eléctricas tienen graves consecuencias; por culpa de la pobreza energética mueren más de siete mil personas al año en este país, más de cuatro veces las producidas en las carreteras. Entre tanto, y para salir en la foto, el PSOE pacta con el PP, sin tener en cuenta a quienes llevan años denunciando esta salvajada, un acuerdo para paliar el problema, pero que entrará en vigor en primavera. O sea, cuando se haya pasado este invierno, en el que habrán muerto otras tantas personas de frío, y ellos sigan presumiendo para seguir engañando a la gente. Siendo mal pensado, con lo que se van a llevar este invierno las eléctricas podrán echar unas migajas para callar bocas: lamentable y repugnante.
No se puede hablar de frío y olvidarse de los miles de refugiados que hacinados en zonas europeas se les impide llegar a otros países, y les dejan en unas condiciones penosas, muchos de ellos en Servia y en Grecia, sufriendo temperaturas de veinte grados bajo cero, en unas tiendas de campaña como máximo refugio, negándoles alimentos y haciéndoles la vida imposible. Esta es la Europa de los Mercados, la que presume de valores cristianos; el sitio más apropiado para una España de los mercados y de los mercaderes.
Mientras tanto, la gente se muere de frío. España y Europa, ejemplos de civilización.

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