Me queda la palabra

No Son Todos Iguales

La misma libertad que tienen quienes explotan a otras personas económicamente, ideológicamente, culturalmente y sexualmente; vamos que sigan viviendo las caenas

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Fácil es que la medida de eliminar la circulación de vehículos por el centro de Rota haya acumulado partidarios como también que pasa algo parecido con los detractores. Pero lo que es indiscutible es que, entre otras cosas, ha servido para hacer aflorar las bilis de quienes se han sentido perjudicados.
Un episodio de estos da inicio a la aventura de esta semana. Ante la negativa del vigilante a permitir el paso a una ciudadana, se consoló la citada con aquello de  que los políticos del equipo de gobierno eran los responsables de sus sinsabores y contra ellos, con cierta razón, lanzó sus invectivas. He aquí que el fiel operario, muy en su papel, y para ser tan original como gran parte del arco ciudadano español, le corrigió con eso de que “Estos no, señora. Todos, todos los políticos son iguales”. E incluso parece que semejante aserto puso de acuerdo a gran parte de la concurrencia.
Pues sí, me dirán que qué tienen que ver todos si hay quien no tuvo arte, ni parte en la medida del ayuntamiento. En resumen, la lógica aplastante del saber popular se descolgó con la afirmación ritual y todo el mundo tan feliz. ¡Qué penita de país en el que la rutina y el pronto se mezclan en las dosis oportunas para cerrar el paso al razonamiento!
Como esta frase, asumida como verdad inmutable, han habido muchas en nuestra Piel de Toro, como aquello de “Yo soy apolítico” (Pero luego voto), o como la otra de “ Todos van a lo mismo”. Echándonos unos añitos más atrás podríamos emparentarlo con la gloriosa de “¡Vivan las Caenas!” que sirvió a un amplio sector de este pueblo visceral, caliente, caprichoso, inculto e ignorante, para glorificar a Fernando VII, el más nefasto de los Borbones (de los españoles y de los franceses) y de todos los reyes que por estas tierras asentaron sus reales.
Doscientos años y como si nada, tampoco es que hayamos cambiado mucho. No hay más que ver cómo en Rota han saltado ejemplos patrióticos a la defensa de un empresario machista que usa reclamos vergonzantes para las mujeres, utilizadas como objetos y despreciándolas en la banalidad, justificándole en la libertad de la gente. Será la misma libertad que tienen quienes explotan a otras personas económicamente, ideológicamente, culturalmente y sexualmente; vamos que sigan viviendo las caenas.
Así que, juntando tópicos y muy poquito raciocinio, nos vemos deslizándonos por la 21ª Centuria, vamos el siglo XXI, con las mismas: “Todos los políticos son iguales”. ¿Seguro? No, no somos todos iguales. Si nuestro glorioso partido del gobierno acumula más casos de corrupción que el resto de Europa en toda su historia, que no deja de asomar personajes propios de cómic si no dieran tanto miedo, como David Pérez, ese alcalde machista de Alcorcón que parece recién salido del pleistoceno, o Fernando Suárez, el rector de la Universidad Juan Carlos I, que plagia la mayor parte de sus obras a otros y que sería capaz de hacer lo mismo hasta con la lista de la compra si le fuera posible, o ese impresentable ex-ministro, amigo de Aznar, que tras años de vergonzosa actuación ante el desastre del Yakolev-42 se permite mantener su actitud chulesca y provocadora (¡vaya cruz señor ex-presi, Rato, Cascos, Trillo, Blesa, Bárcenas, Rodríguez, Zaplana, Camps, Fabra, Castedo, Barberá, Granados...! ¡Menuda semilla!); o el partido de la leal oposición, alternativa bipartidista, salvando infranqueables distancias, también tiene lo suyo; como tampoco se ha de olvidar al que fue bisagra de unos y de otros en la ahora díscola Cataluña, pero aquí estaremos aquí para refrendarles con nuestro voto como si nuestros problemas, esos que exigen soluciones por parte de esta gente, fueran igual que defender hasta la intransigencia a un club de fútbol, el Real Madrid por ejemplo, como si nos fuera la vida en ello. ¿Por qué se ha de escuchar y reprimir el vómito cuando se oye decir a tantísimos que todos son iguales? No se puede decir nada parecido de los demás en toda esta amodorrada democracia y verán que es un insulto a la inteligencia lo repetido de “Todos son iguales”, ni del resto de los antiguos, ni mucho menos de los partidos nuevos, responsables ambos, unos más que otros de esta regeneración obligatoria que estamos disfrutando.
Bueno, ¿que piensan lo contrario? La libertad, incluso para quien no la sabe utilizar, es garantía que nadie va a discutir.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN