Me queda la palabra

Eduardo Inda, el Cazador Cazado

Él, culpable máximo de que los debates políticos que habían despertado el interés de la ciudadanía se hayan convertido en un Sálvame, tiene lo que se merece

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Es el periodismo una profesión con gran tradición de ser reconocida la trascendencia de su labor, pero desgraciadamente no todo el monte es orégano. Siguen existiendo esos profesionales independientes, que sean de la orientación ideológica que sean, aparecen como modelos de profesionalidad y honradez; en cambio, también abundan quienes escriben al dictado de su grupo editorial, vendiendo su alma y su pluma, e incluso peor, quienes con su actitud han degradado el prestigio de su oficio. Personajes deleznables que hacen del insulto y de la provocación su santo y seña y que, si algún mérito tienen, les descalifica su postura chulesca y pendenciera.
A veces la realidad, caprichosa ella, hace que las tornas se cambien y que el depredador se encuentre por circunstancias en la posición de la presa. Lógico sería pensar que tras la experiencia pudiera hacer recapacitar el interfecto, pero este no va a ser el caso.
Eduardo Inda, famoso por sus malos y modos y su absoluta carencia de educación, se ha visto envuelto en un affaire en que se ha transformado de verdugo en víctima. La noticia de que el Torquemada de esta época también tiene sus miserias ha puesto las cosas en esta tesitura. Inda, él toda exigencia con los demás, resulta que se niega a pagar la pensión a su ex-esposa y a sus hijos. Si fuera otro es muy posible que el hecho hubiera quedado con toda probabilidad en el ámbito judicial sin mayor transcendencia que la derivada de la acción de la justicia y nunca hubiese salido a la luz. Pero es que quien disfruta con las broncas, quien muestra su falsa sonrisa cargada de sadismo acompañando a sus acusaciones, muchas veces sin fundamento que le han dado más de un disgusto en los tribunales, pretende que sus trapos sucios no salten a la actualidad. Curiosa interpretación de la ley del embudo, el inquisidor ha de sufrir el proceso y eso no le gusta, argumentando que es su vida privada y que entra en el ámbito de lo particular. ¿Le puede servir de coartada? Pues va ser que no, aunque haya quien le proteja con su manto mediático. Hay dentro de la profesión quien cree que publicitar el suceso solo le traerá al seudoperiodista más notoriedad y que eso es lo que pretende, también hay quien plantea que nadie puede ocultar un suceso relevante sea de quien sea, que es un derecho de los lectores y una obligación del periodista. Inda merece tragar la medicina que disfruta aplicando a otras personas y si bien, estoy convencido, que no le va a servir para cambiar, por lo menos tendrá que pasar algo de lo que el provoca y que sepa que el refrán de “Arrieros somos...”  sigue estando vigente.
Él, culpable máximo de que los debates políticos que habían despertado el interés de gran parte de la ciudadanía se hayan convertido en un Sálvame, tiene lo que se merece.
“A todo cerdo le llega su San Martín”

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN