Me queda la palabra

\"El Niño\"

Ahora que no nos sobra el dinero, a quien le guste el cine si ve “El Niño”, no pensará que lo habrá malgastado. Personalmente la recomiendo.

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“El Niño”
Entre las industrias más genuinamente americanas, desde su nacimiento, el cine fue una de las más destacadas. Pronto estableció un liderazgo y estableció una influencia que dejaron claro quienes estaban a la cabeza. Han alcanzado tal nivel que nadie discute su liderazgo.
Otros países mostraron su buen hacer y fueron capaces de ofrecer otra visión del cine, sin que la supremacía americana condicionara su desarrollo. Era un mundo tan amplio que daba cabida a todas las ideas. Buen cine se pudo, se puede y se podrá hacer tanto en USA como en cualquier otro lugar del mundo. Pero como cine y USA son palabras que se asocian fácilmente el estilo americano ha influido más que ninguno y son muchas las obras cinematográficas realizadas fuera de Estados Unidos que siguen las pautas marcadas en la Meca del Cine.
El cine español tardó tiempo en dejarse empapar por la ola creativa americana y no son muchas las obras de calidad que han seguido los cánones emanados del cine americano. Es el “thriller” de acción una de las especialidades que han tardado en florecer en nuestro país; pero a estas alturas ya contamos con espléndidas muestras que han sabido estar a la altura de lo que ofrecen las buenas películas de este apartado. Nos sorprendió “Nadie hablará de nosotras cuando estemos muertas” de Agustín Díaz Yanes de 1995, mejorada quizás por Enrique Urbizu con  “La Caja 507” (2002) o “No  habrá paz para los malvados” (2011). Sin alejarse mucho del tema fue Daniel Monzón quien entró de forma magistral en el subgénero carcelario con la excelente “La Celda 211”(2009). Todas ellas estupendos ejemplos de que en España se ha alcanzado  el nivel exigible de este tipo de cine.
En los últimos días, Daniel Monzón nos ha vuelto a dar una alegría con la exhibición de una nueva película de este género que ha dejado, tanto en el público como en la crítica, un buen sabor de boca. A pesar de no haber sido elegida como película representativa española para los Oscar 2015, es muy superior a la de David Trueba “Vivir es fácil con los ojos cerrados”.
Hablar de “El Niño”, que es el título de la citada película, nos remite enseguida al recuerdo las buenas sensaciones de degustar un exquisito divertimento. “El Niño” es ante todo una película de acción trepidante, con una escenas de persecuciones muy conseguidas y con una aceptable tensión, no exenta de simpáticas pinceladas, muy propias de unos jóvenes desenfadados, que van madurando en un mundo tan peligroso y tan complicado como el de la delincuencia y la droga. Tampoco podía faltar la denuncia de la corrupción policial, que provoca frecuentes fracasos en la esforzada labor de los agentes del orden. Como en cualquier historia a la que nos acostumbra el cine, el amor tiene su protagonismo tratado de forma muy sencilla y muy humana, que encaja perfectamente y no desvía la atención del tema principal. Suficientes ingredientes para lograr un buen producto al que no se le tiene porqué pedir más.
La parte técnica es impecable. Una interpretación creíble y comedida, donde actores consagrados y de gran nivel, como Luis Tosar, Eduard Fernández, Sergi López o, la cada vez más actriz, Bárbara Lennie, comparten papel con un ramillete de jóvenes actores que cumplen con dignidad el papel que  se les pide. Goza el desarrollo de la cinta de un ritmo desenfrenado, cuando lo exige el guión, y de alguna bella y pausada escena que ilustra los dulces momentos que también los tiene.
Si algún pero se le puede poner a la película es que es eso, una película, una historia de ficción y que nadie te viene a engañar porque no esté impregnada de realismo. Quizá por lo mismo la simpatía que generan los personajes, a pesar de lo que hacen; alguien podría tacharla de “buenismo”, permítase la licencia para calificar la tendencia justificatoria de la conducta de los jóvenes. Algo parecido se puede decir de la poca profundidad con que se trata el tema de la corrupción policial que no termina de ser contundente.
Pero como decíamos, este párrafo anterior es rizar el rizo y posiblemente sea innecesario. Es cierto que la película resulta menos creíble que “La Celda 511”, pero sin duda cumple con creces los objetivos pretendidos. Puestos a rebuscar siempre se encontrarán argumentos en un sentido o en otro que nos permitan poner en tela de juicio algún matiz hasta de la mejor obra.
Ahora que no nos sobra el dinero, a quien le guste el cine si ve “El Niño”, no pensará que lo habrá malgastado. Personalmente la recomiendo.  

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