Me queda la palabra

Mariela, 1972. Un Asesinato en Rota.

“Mariela...” es ante todo una primera novela y como tal carga con la tremenda responsabilidad de ser carta de presentación.

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 Cuando el pasado 7 de Diciembre acudí a la presentación de este libro, no me podía imaginar ni por asomo lo que me iba a encontrar. Es muy fácil, y también muy humano, que, aunque uno no quiera, nos formemos una opinión de aquello que sabemos que va a ocurrir antes de que la realidad nos contradiga. He de confesar que mis expectativas ante la presentación de una novela de un autor desconocido no eran precisamente entusiastas. Pero, como ya conoce quien lee mis escritos de vez en cuando, mis dotes adivinatorias son un dechado de equivocaciones.
Suponía que la expectación provocada se debía, y en eso no creo que me equivocase mucho, a que al tratarse de un joven roteño sus paisanos le recibieran con todo el cariño lógico, pues aquí no parece gustar eso de que nadie sea profeta en su tierra, cosa con la que estoy totalmente de acuerdo.
El primer síntoma que asumí de mi equivocación fue que todas aquellas personas conocidas que me comentaron que habían leído el libro, estaban entusiasmadas con ello. No suele haber mejor garantía que la recomendación de quienes te merecen toda la confianza.
La presentación del libro como tal permitió advertir de un joven preparado, inteligente, esforzado, serio, riguroso, con inquietudes y con una sencillez que te condicionaba a que te cayera bien apenas hubiese comenzado su parlamento. Ni que decir tiene, y eso lo han dicho antes y mejor que yo, que el acto resultó un éxito, para alegría de cuantos estuvimos presentes.
Pero escribir sobre un hecho que hace casi un mes que se produjo no tendría mayor enjundia si esto no tuviese algo más. Lógicamente no podía ser otra cosa que la propia novela. No hace diez minutos que la terminé y el problema que suponía el tema de mi próximo escrito acaba de solucionarse. No quería empezar el año con la misma cantinela a la que acostumbro, aunque los motivos sean más que justificados.
“Mariela...” es ante todo una primera novela y como tal carga con la tremenda responsabilidad de ser carta de presentación. Pues bien, dejando aparte alguna valoración más o menos exigente, con el estilo u otra nimiedad, en función de lo que la obra significa, nos encontramos ante un ejercicio de ágil narrativa que provoca que el libro se devore sin apenas percibirlo. Como todos sabrán a estas alturas, se trata de un divertimento policíaco con una serie de giros inesperados que nos llevan a otros géneros entre los que la ciencia ficción queda merecidamente homenajeada. Pero quizá lo que más llame la atención sea el dominio riguroso del entorno histórico de la época. Basado en una documentada labor la novela nos transporta a la Rota de 1972, retratando con precisión los lugares que incorpora y también los ambientes de aquellos tiempos, mostrándonos la doble vida de Rota, la diurna de la gente sencilla y laboriosa del pueblo y la mucho más sórdida y peligrosa de la Rota nocturna, que en torno al esparcimiento de los americanos de la base ha ido tomando vida propia. Tampoco elude la alteración que la llegada de la base supone para la vida de la gente de Rota, que si bien traía beneficios, también fueron otros los inconvenientes que acarreaba.
Es en este mundo en el que se desarrolla una historia que juega continuamente con el tiempo, para hilvanar una trama muy interesante con un final que agrada por lo original,como salida a una  enredada situación impredecible. La ventaja de situar la acción en tiempos tan lejanos y tan próximos a la vez, permiten al autor determinadas licencias técnicas que hacen que todo lo novedoso y extraño que aparece ante los atónitos ojos de los protagonistas(no de todos), nos resulte muy familiar y a la vez sugestivo a los lectores. 
Dicho esto, la mayor sorpresa con la que uno se encuentra al final es descubrir a un joven roteño que exhibe su capacidad para crear una obra que engancha a quienes se acercan a ella, con la complicidad de que el marco es tan cercano que en algún momento uno cree que puede aparecer el mismo en la aventura.
Buen principio en el mundo de la novela para José Antonio Lucero. Estamos convencidos que con ese ánimo y esas ganas de superarse no será ésta la única alegría que nos ofrezca.

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