Me queda la palabra

España: El País más Injusto de Europa

Nos acabamos de enterar que “España es el primer país de Europa en desigualdad entre los ricos y los pobres”

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En este país siempre se ha llevado a gala defender el viejo tópico de que la envidia es el pecado capital de los españoles. Nunca me ha gustado y he procurado demostrarme que no era cierto, pero a veces la realidad se empeña en ponerse en contra de uno. Es indudable que a la gente española se la motiva para ser la mejor en algo, aunque ese algo tampoco sea para estar muy satisfecho de ello. Utilizado como chiste queda simpático cuando hablándole a los hijos se les dice que tienes que ser el mejor aunque seas un borrico, “Has de ser el mejor de los borricos”. O como el chiste estúpido de que “En una carrera de tontos te quedarás el segundo, por tonto, pues ni para eso serás el primero”.
Por ello todos queremos destacar y estar por encima del vecino, como consecuencia de ello se justifican muchas de las incoherencias que cometemos. Esto mismo es un claro ejemplo de envidia; pero la cosa no queda ahí. Los logros relacionados con nuestro país, últimamente los deportivos casi en exclusiva, hacen que nos sintamos totalmente identificados con quienes a nivel individual o en equipo los consiguen; de la misma manera que el “nosotros” triunfalista se transforma de inmediato en “este” o “estos”, en el momento que se sufre el primer revés.

Desgraciadamente en la época que vivimos siempre hay motivos para mostrar que a veces somos los primeros en algo nada envidiable. Nos acabamos de enterar que “España es el primer país de Europa en desigualdad entre los ricos y los pobres”. Mira por donde ya somos los primeros en algo.  Seguro que algunos de los primeros se sentirán orgullosos, como dijo Warren Buffett “Hay una lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que dirige la lucha. Y nosotros ganamos”. No hace mucho nuestro país era la envidia del mundo por el desarrollo del estado del bienestar y ahora resulta que hemos dado la vuelta  a la tortilla con una celeridad escandalosa. Ahora podemos presumir de que somos los más injustos, todo sea por nuestro pecado capital. No creo que pensara lo mismo ese honrado trabajador autónomo que cuando iba  ser desahuciado en Granada se suicidó. Con todo el dolor que una noticia de estas provoca, procuraré que no se pueda vislumbrar ninguna intención oportunista, tampoco podemos pensar que en esto hayamos sido los primeros: en abril en Grecia un anciano optó por la misma salida; también un joven tunecino en enero del 2011, con su inmolación a lo bonzo, abrió las puertas a la primavera árabe, si bien habrá que dejar pasar el tiempo para saber si se obtuvo algo a cambio de tan grande sacrificio. Los primeros casos que yo recuerdo se dieron en Vietnam del Sur cuando un monje budista se quemó en protesta contra el gobierno dictatorial de su país, que tuvo una trágica secuela; en 1968 en Polonia otro suicidio se produjo en protesta contra el régimen comunista. ¿Cuántas personas se tendrían que inmolar para que esos que ganan la guerra fueran condescendientes con los que perdemos? Hasta ahora los sacrificios han sido en vano.

No hace falta más que echar mano de la prensa para seguir con la misma letanía: Uno de cada cinco españoles vive por debajo del nivel de la pobreza. El 12% de las familias llega a fin de mes con mucha dificultad. El 43% de  los inmigrantes no comunitarios está en riesgo de pobreza (“El Mundo”), Andalucía bordea la pobreza. La “muerte” de las políticas sociales crean un millón de pobres al año. (Rota información). Mientras tanto para celebrar trágicamente el aniversario del naufragio de “La Patera de Rota” el mismo día 25 de Octubre, nueve años después, otros catorce inmigrantes han perdido la vida en el mar cerca de Alhucemas. Todavía, a pesar de cómo nos tienen, sigue habiendo personas desesperadas que están dispuestos a perder la vida para seguir perdiendo la guerra con nosotros.

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