Matrícula de deshonor

Colores y banderas

Os recuerdo que al final serán otros los que decidan qué banderas ondearán y, otra vez como borregos, acataremos y a empezar

Yo no soy mucho de fronteras, ni de barreras, ni de banderas que hablen en mi nombre, pero reconozco que tengo un sentimiento de pertenencia muy marcado por la calle, el barrio, la ciudad, la región y el país donde nací. Parece un hecho un tanto incoherente, pero no es tan complicado de entender que me sienta parte de un entorno, con una cultura y un sentir muy particular, pero sin esa fijación obsesiva que marcan los colores, utilizados hasta la saciedad por intereses; colores que han vendido y prostituido a conveniencia, desvirtuando su sentido y el sentir que se tenían de ellos. Mi país tiene una bandera a la que respeto, no lo voy a negar, bandera que identifica a mi pueblo, sin perderse en más proclamas y absurdas peroratas: guerras de banderas, de colores, de fronteras, de escudos y estandartes, etc. En definitiva, guerras o conflictos entre personas, entre amigos y familiares, guerras absurdas que han marcado a este país, con los mismos conceptos de siempre, pero con nombres diferentes: el poder, el control, el dinero y la religión, todo condicionado por un Estado u otra organización con fines políticos, donde la política, en ese punto, se queda fuera, a pesar de ser un hecho incoherente. Pero los borregos siguen siendo los mismos, con el mismo sentido y la misma actitud. En este país siempre ha sido fácil adoctrinar, crear adeptos, sumisos y ‘vicentes’ que sigan patrones de conductas sin cuestionarse más allá de lo que marcan las tendencias, sin valorar los daños, las consecuencias, sin razonar; eso sí, agitando las banderas que ahora se vuelven a poner de moda. Insisto, no tengo nada en contra de las banderas, y creo incluso que pueden dar un cierto sentido de pertenencia, sin llegar al estricto fervor y casi reverencial del pueblo estadounidense, o ser más inteligente, al estilo británico, y sacarle a los colores partido comercial, hecho que firmaría sin duda. Lo que está claro es que los conflictos, las diferencias, las disparidad de opiniones, de cultura incluso, lengua, etc., no se arreglan agitando banderitas a dos manos y con los colores tatuados en el pecho. Os recuerdo que al final serán otros los que decidan qué banderas ondearán y, otra vez como borregos, acataremos y a empezar. La tienda ‘Tian che’ patrocina este artículo: Mejores banderas a mejor precio.

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