Matrícula de deshonor

Menores y alcohol: mayor control

Cabe recordar el caso de la chica de 12 años que falleció de un coma etílico aquel 1 de noviembre del pasado año, y que despertó por un breve tiempo las alarmas

No me canso de recriminar la mala memoria que tenemos los humanos cuando nos conviene, así como la facilidad con la que solemos correr un “estúpido” velo ante las dificultades que nos encontramos u observamos en nuestra cotidiana vida. Una de estas enajenaciones mentales se asocia al alcohol en los menores, que sigue incrementándose, sobre todo en estas épocas estivales, donde los botellones se agolpan más allá de los fines de semanas, convirtiéndose esta práctica en una continua y diaria ingesta de alcohol grupal alrededor de zonas concretas, en la que los menores se camuflan al son que marcan las pautas de conductas establecidas de este complejo ritual, al que los servicios de urgencias prestan una atención especial y del que alertan de sus asombrosas intervenciones a menores de 11 ó 12 años.

Cabe recordar el caso de la chica de 12 años que falleció de un coma etílico aquel 1 de noviembre del pasado año, y que despertó por un breve tiempo las alarmas sociales de nuestras instituciones, pero sin incidir en la base fundamental del problema, que sigue creciendo, poniendo en riesgos el desarrollo para sus vidas adultas, dado que en estas edades -por ser muy concretos- se establecen las bases para ello: como la integración de información, la resolución de problemas, el discernimiento y el razonamiento. Dichos cambios evolutivos dejan clara evidencia de que los adolescentes sean más vulnerables a los efectos nocivos del alcohol en comparación con un adulto y eso, aunque a muchos padres "les haga gracia", es algo que deberían tomar más en serio, siendo un caldo de cultivo que no germina con la naturalidad que debería.

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