Matrícula de deshonor

Yo no soy rociero

Yo no soy rociero, pero siempre he sentido la curiosidad de conocer de primera mano el sentir de esta singular peregrinación que a tanta gente atrae

Yo no soy rociero, pero siempre he sentido la curiosidad de conocer de primera mano el sentir de esta singular peregrinación que a tanta gente atrae, que envuelve, y que cada año llena una aldea hasta convertirla en el encuentro internacional cristiano más importante del mundo. Es cierto que este particular acto de peregrinación siempre ha estado en entredicho, apelando a la cordura con respecto a los tremendos gastos, en cierta medida, contrapuestos a la fe. En entredicho, por la parte lúdica que se enfrenta a determinados perfiles donde el alcohol y drogas campan a sus anchas. En entredicho, por los animales que se quedan en el camino y que son sometidos a situaciones poco cristianas, y en entredicho, por un sinfín de críticas, tantas, que no tendría espacio para reflejar en este breve artículo.
Aún así, estas críticas que hemos oído y leído hasta la saciedad sólo son parte de un todo, que para nada refleja el sentir que me transmiten mis amigos y compañeros rocieros y que se alejan mucho de esa otra realidad que ellos viven, y que asumen como un negativo reflejo malintencionado y distorsionado de sus particulares vivencias llenas de indescriptibles emociones y sentimientos donde su patrona, su Rocío, es el eje que engloba todo.

Ser rociero es un estilo de vida, una forma de entender la fe de forma muy particular y que en los últimos años, a través de la red, se han dedicado a criticar con excesiva rabia y sin ningún tipo de pudor. Es incomprensible que se hable de aquello que no se vive o no se siente, apoyándose en determinados aspectos, que incluso los propios rocieros pueden llegar criticar.

En el Rocío, entre los peregrinos, hay de todo y no todos son rocieros, y no todos tienen el mismo sentir, las mismas ideologías y por supuesto, la misma percepción de este particular encuentro con su patrona. Como en cualquier otro acontecimientos de esta magnitud, no todo ni todos reflejan este sentir, y me resulta osado cuestionar y valorar las intenciones de cada uno de los peregrinos que viven esta romería por aquello que se percibe desde perspectivas diferentes. Yo no soy rociero, y aún así, os deseo lo mejor para este nuevo camino. Feliz Rocío 2017.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN