Matrícula de deshonor

Bendita Huelva

Los onubenses deben ser los seres más hermosos del universo, dotados con una capacidad sobrehumana para ser capaces de obviar cualquier dificultad

Los onubenses deben ser los seres más hermosos del universo, dotados con una inagotable paciencia, una capacidad sobrehumana para ser capaces de obviar cualquier dificultad con la que se encuentran. Según datos recobrados en los últimos años a través de la prensa y redes sociales, estos señores oriundos de Huelva o que sienten esta tierra como suya, tienen una personalidad tan tolerante, que ya les pueden llenar los alrededores de su ciudad con productos químicos que ni se inmutan. Si los gaseas asiduamente a través de las fábricas que les han puesto a pocos kilómetros de donde viven, no pasan de alguna que otra llamada al 112 y poco más; son sorprendentemente sumisos. Les contaminan una ría, que podría haber sido un paso importante en su proceso de cambio hacía una ciudad turística, y aparece esa actitud complaciente que tanto les caracteriza y de la que se han enamorado tantos empresarios y políticos.

Esa Huelva tan pasiva, tan educada y civilizada arde por dentro mientras observa cómo muere un equipo centenario y pionero en este país, pero expresa incongruentemente tal despreocupación que sus habitantes son dignos de estudio. Para rematar estos valores, son seres cándidos, crédulos y confiados, es fácil traspasar los mecanismos de defensa que cualquier ser humano tiene como escudo para protegerse de las miserias que nos intentan colar; ellos no, son diferentes, se tragan todo aquello que les cuentan: el AVE, aeropuerto, da igual lo que les vendan, lo toleran todo. Ya pueden poner chiringuitos en parajes naturales, tener una miserable sanidad pública, contaminar su ría y sus peces, saquear su parque de Doñana, etc., que ni se perturban.

Han aprendido a tragar tanto, rápido y a grandes trozos que ya nada les quita el sueño. Los onubenses son de otra estirpe, asumen su condición bonachona y saben sacarle la parte positiva a las adversidades, y para todo tienen un chiste. Que el rio Odiel parece ahora el río Tinto, pues los onubenses le ponen gaseosa, y a reír que son dos días.  ¡Bendita Huelva!

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