Matrícula de deshonor

Con el rugido a otra parte

Hace unos pocos días retiraron de la fachada de Correos las dos cabezas de leones de bronce que la adornaban y que en su tiempo servían como buzones

Hace unos pocos días retiraron de la fachada de Correos las dos cabezas de leones de bronce que la adornaban y que en su tiempo servían como buzones en este casi centenario edificio que data de 1933.
Los recuerdo desde que tengo uso de razón, han sido y deberían seguir siendo santo y seña de esta edificación que marcó una etapa en la historia de Huelva. Edificio histórico-sentimental, como así lo catalogó hace un par de años Inma Gallego en uno de sus buenos artículos.

Este cambio de “sus leones” al nuevo Correos no deja de ser otro atentado legal a este edificio que se cae “a cachos”, se lo van llevando, sigue muriendo por partes o caerá en el olvido, como otros tantos que hemos conocido.

Quedar en los leones de Correos será una frase obsoleta que resta valor a nuestra desmantelada Historia, pobre y deteriorada.

Está claro que Huelva nunca fue muy devota de respetar su historia, con una política urbanística que siempre ha obviado su pasado, maquillando con cal viva, o capitas de tierra, sus recuerdos y dejando a esta ciudad huérfana de patrimonio vivo, privando a los onubenses de símbolos tan representativos como estos, que nos hacen recordar lo que fuimos y que no deberíamos permitir.

Acercándonos a una de las míticas frases de Paul Preston, historiador e hispanista británico: “Quien no conoce, o mantiene, su historia, está condenado a repetir sus errores”.

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