Matrícula de deshonor

Nuestra sanidad está podrida

El onubense, a nivel general, es cómodo y eso lo saben aquellos que se aprovechan de esa actitud que debemos cambiar si queremos lograr que se nos respete

¿Se puede considerar alarmismo poner el grito en el cielo al encontrarnos un ratón en un hospital? Está claro que estos roedores tienen la habilidad de meterse por cualquier parte en busca de alimento pero, si a dicho asombroso descubrimiento le añades las largas listas de espera, el colapso constante en el servicio de urgencias, la falta de profesionales, cierre de plantas, carencias en materiales o instrumentos estropeados, falta de higiene por ausencia de personal de limpieza, basura sin recoger, las goteras… y le añades los casos de sarna que se han detectado, entonces dichos roedores pasan de ser inquilinos despistados a convertirse en una impresionante plaga, hecho que comienza a preocupar, incluso, a los profesionales que allí trabajan. Obviamente, un ratón es un indicio más del descontrol existente que existe en nuestro hospital, que aisladamente y siendo objetivo (que para eso deberían estar las empresas de desratización) no tendría la relevancia que tiene, pues no es ni el primero ni el último que se han encontrado en hospitales, restaurantes, colegios o clínicas privadas, ya que Google nos lo cuenta todo.  Pero el problema de nuestra sanidad es denigrante y aún así, lo permitimos, ya que nos limitamos a poner los emoticonos en las redes, a mancharnos de babas en los bares mientras se nos hinchan las venas del cuello con críticas enfurecidas, a pelearnos con los médicos y personal sanitario cuando lo vivimos en primera persona y poco más. Los ciudadanos de Huelva no solemos mojarnos más allá de eso, nuestra indignación dura lo que dura un café o una cerveza en el bar de costumbre. No hace mucho, en otro artículo de opinión, me alegraba de los cambios que percibía en la gente, de las inquietudes por las necesidades de Huelva, por el sentido de pertenencia que vivía en muchos de nuestros conciudadanos. Hoy, después de observar cómo es tratada nuestra sanidad y por la pasividad que sigo observando en estos menesteres, creo que estamos muy alejados de ciudades como Granada, por ejemplo, que han sabido dar respuesta multitudinaria y gestionar de forma implacable la indignación por la fusión en sus hospitales, curiosamente, mismo caso que vivimos con un resultado en la ciudadanía completamente distinto.  El onubense, a nivel general, es cómodo y eso lo saben aquellos que se aprovechan de esa actitud que me avergüenza y que debemos cambiar si queremos lograr que se nos respete, pues hasta la fecha, ni siquiera nos respetamos nosotros.

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