Ha sido la morada desde la segunda mitad del siglo XIX. El jardín botánico-histórico La Concepción se convirtió entonces en un museo al aire libre de una parte de la historia de nuestros antepasados: la Colección Loringiana. Los marqueses de Loring, Jorge Enrique Loring Oyarzábal y Amalia Heredia Livermore, y su predilección por el coleccionismo arqueológico imperante en la alta burguesía malagueña decimonónica les permitió atesorar una colección de piezas que se convirtió en el origen de la sección de arqueología del Museo de Málaga, que próximamente abrirá sus puertas en el palacio de la Aduana. El traslado al edificio de la antigua Subdelegación se está llevando a cabo en estos días.
Y este centenar de vestigios de un pasado muy lejano dará la bienvenida en el recorrido expositivo de la futura pinacoteca. Con motivo de esta flamante apertura, se ha llevado a cabo en los últimos meses la restauración de este acervo arqueológico que ha permanecido expuesto casi dos siglos en este genuino jardín con plantas subtropicales, bajo la supervisión de la subdirección general del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), dependiente del Ministerio de Cultura, Educación y Deporte.
Para estas tareas de restauración se ha habilitado la Casa del Administrador en la Finca La Concepción, donde los restauradores de la empresa Clave Restaura se han encargado de devolver el lustre a un total de 32 esculturas en piedra y una docena de fragmentos de mosaico, para lo que se ha destinado un total de 118.580 euros de presupuesto.
Los visitantes al jardín municipal han podido contemplar el proceso de recuperación de estas joyas históricas, que presentaban un “biodeterioro homogéneo” derivado de haber estado muchísimos años en el exterior, en palabras de la directora técnica del IPCE, María Elena García, aunque en este lote también se ha incluido el conjunto arqueológico procedente de La Alcazaba, compuesto por piezas de mediano tamaño que permanecían en la fortaleza árabe desde después de la Guerra Civil.
La Loringiana, entre sus variados vestigios, posee en exclusividad la colección de matronas más grandes de España. De esta tipología destaca una parte superior de matrona, aparecida en el año 1913 en el mismo yacimiento de Cártama que adquirieron los Loring; concretamente, las piernas y la peana de esta misma figura.
Este busto, que ha permanecido hasta ahora en el Museo Arqueológico Nacional,después de permanecer empotrada en una pared de una vivienda durante lustros, ha servido de prototipo para elaborar el programa general de restauración, detalla García. Por ello, sobre el mármol se han realizado analíticas y diversas pruebas científicas para determinar las pautas de restauración.
Biólogos, petrólogos, restauradores... Un equipo multidisciplinar para la ejecución de los estudios previos de diagnóstico del estado de las piezas. Para ello, han trabajado con estos expertos de la Universidad de Granada para la elaboración de unos “mapas de daños” que reflejan los problemas por zonas de cada una de las piezas, junto con una gama de colores para identificar las alteraciones y así poder determinar recuperaciones por partes.
Tratamientos
En líneas generales, “se han realizado los nuevos tratamientos de conservación que las piezas requerían”, explica García. El planteamiento de actuación se ha basado en el denominado concepto de “conservación”. “Se ha partido del intento de recuperación de todos los elementos originales de cada bien cultural, ya sean decorativos, constructivos o estructurales, mediante tratamientos específicos, que han proporcionado el grado de consolidación y resistencia necesarios para la estabilidad de cada pieza”, argumenta la restauradora.
De esta forma, el proceso ha respetado en todo momento el original, no se han colocado añadidos, por lo que no se han utilizado productos químicos de ningún tipo. Los materiales principales han sido el vapor de agua y los biocidas naturales, así como la limpieza fotónica con láser que no es agresiva.
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