El jardín de Bomarzo

En el reino de Dorne

Hay veces en las que me pongo y no puedo parar, veo uno detrás de otro porque la tecnología lo permite y por aquello de que esperar toda una semana al siguiente resulta desesperante

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Me confieso adicto. Hay veces en las que me pongo y no puedo parar, veo uno detrás de otro porque la tecnología lo permite y por aquello de que esperar toda una semana al siguiente resulta desesperante en este presente donde la inmediatez, salvo para la Justicia, domina. The good wife, House of cards, Breaking bad, Suits, Sons of anarchy, Scandals y, cómo no, The walking dead son solo algunas, las más recientes, que me han hecho recaer en esta adicción perniciosa para el cultivo del intelecto. Busco tiempo, a veces, un huequito, para colar un episodio, bien sea de maltrechos zombies listos para ser decapitados por Michonne en The walking..., bien a Alicia en The Good..., bien al impecable Harvey en Suits o a Sheldon Cooper, zas en toda la boca, en Big ban. Adicto, sobre todo, a Juego de tronos porque traslada un escenario bélico-político reconocible, a través de un fantasioso mundo, donde las traiciones, las muertes, las intrigas están a la orden del día bajo la idea general de hacerse con el trono de hierro, que es el que reúne el por todos pretendido poder absoluto; me asustó cuando en la primera temporada vi a Kahl Drogo y me reconocí al instante cual gota de agua duplicada (já) y, sobre todo, cuando compruebo ahora consternado que a Susana Díaz le ha pasado lo mismo con Khaleesi, la madre de dragones, liberadora de pueblos y, de ello, aprecia “paralelismo” en su gestión política, dice. Confío no sea premonitorio el hecho de que el amigo Drogo no pase vivo de la primera temporada mientras Khaleesi, tras cuatro, camine firme dragones en mano y lo haga a través de la quinta en este andaluz reino de Dorne que se rueda actualmente en Sevilla y Osuna y que hoy me sirve para hilar secuencias.

Las tierras del sur. Una vez resueltas las primarias del PSOE en Andalucía, donde han ganado todos los candidatos oficialistas, vaya sorpresa, la cosa queda entre PP, que nomina a los suyos este domingo 26, y PSOE en las localidades de más de 50.000 habitantes de la provincia del siguiente modo: Teófila – Fran González (Cádiz), Pelayo – Mamen Sánchez (Jerez), Ana Mestre – Víctor Mora (Sanlúcar), Candón – De la Encina (El Puerto), Ernesto Marín – José María Román (Chiclana), Loaiza – Cavada (San Fernando), Landaluce – Fernando Silva (Algeciras) y Macías – Araujo (La Línea) –se admiten apuestas-; entre ellos se jugarán varias cosas, tanto los tronos principales de las localidades más pobladas como un reparto considerable de diputados en sus partidos judiciales de cara a la confección próxima de la casa rosa. Hecha la cuenta por unos y por otros, el PSOE opina que el PP pierde la mayoría pero no haya la suma que le permita gobernar, al tiempo que está convencido que partidos judiciales como el de la sierra pueden ser claves y, dicho sea, no lo parece porque ahí poco se va a mover del actual reparto a uno por mucho papel impreso dirigido para desnivelar la cuestión. Más lo puede ser Chiclana, donde el PP sí podría perder uno a favor de IU, o Algeciras, donde lo puede ganar el PA con la suma de Los Barrios y Algeciras y sumar un segundo diputado en El Puerto, Rota siempre que no caigan demasiado Puerto Real, o en el San Roque/La Línea, donde el PP no termina de arrancar porque la política de “no agresión” sobre Gema Araujo le sienta estupenda a ella para el cutis, que continúa terso y suave tal vez por la brisa que le llega desde la Roca. No hay mucho más, salvo que el PP de Jerez pierda uno, que no parece, a favor de IU o Ganemos, nunca de PSOE. Importante será el papel que jueguen los partidos pequeños en las llamadas ligas menores, claves para confeccionar gobiernos municipales, posiblemente incluso para la suma final de la propia Diputación y todo ello en un escenario nuevo y disperso donde los porcentajes y, de ellos, las mayorías pueden variarlo todo por el voto antisistema y masivamente participativo que aglutina formaciones como Podemos, que sin candidatos y con un discurso político al menos tan discutible como tantos otros está promoviendo un movimiento electoral cuyas consecuencias a día de hoy son difíciles de medir.

En el centro. La andanada envenenada de la presidenta de la Junta sobre Pedro Sánchez, que ya sabe que en las tierras del sur se le quieren comer por los pies, pudiera estar provocada en la petición hecha por Díaz para que Madrid ayudase con el tema Ere y, sobre todo, con la que cae sobre formación denunciando irregularidades en territorios como Galicia o Valencia, a lo que Sánchez y entorno han debido responder algo así como “pasa palabra” y que la cosa, mejor, se quede para Andalucía. Nada conciliadora, la presidenta de la Junta ha debido responder con lo de no estar de acuerdo con Sánchez, que es como discutirle el liderazgo nacional, que es como advertirle que ya se verán los apoyos de Andalucía hacia dónde van cuando llegue el momento, que es como recordarle quién le puso y con todo, igual, lamenta no haber presentado candidatura al trono de hierro porque el que lo ocupa ahora muestra tendencias serias no solo de quedarse sino de hacerlo con pensamiento propio y sacudido de tutelajes. Y eso mal acabará.

El reino independiente. Lo de Pujol y compañía amenaza en terminar en entramado familiar con largas y profundas raíces. A lo dicho, que es mucho, una sorpresa y un dato: meten en casa de uno de los hijos, el tal Oleguer Pujol, unos canes expertos en oler dinero y no sabía yo que el dinero oliese y ahora que lo pienso de eso mejor que perros hay un motón de humanos expertos en el cuidado y mimo del conducto olfativo para detectar el billete de 500, ese que aseguran fuentes solventes que existir, existe. Y el dato es que el tal Oleguer Pujol sigue siendo propietario de los bungalows turísticos de Bahía Sur, en San Fernando, Cádiz, que adquiriera junto con la explotación del hotel y que más tarde recayera en su socio madrileño. Cataluña independiente, pero para especular no hay fronteras y Cádiz debe resultar todo un paraíso. Cuentan habituales a comidas con él que Oleguer se distinguía por ser
simpático en extremo, listo como el hambre y con la cualidad, parece, de detectar negocios rentables a la sombra de su magnánimo y hoy empequeñecido padre, que nunca imaginó ver reducido su clan a lo que hoy es y con peor pinta a media que la investigación avanza.

El invierno se acerca. Este fin de semana cambia la hora, anochece antes, el invierno, por tanto, se acerca... Los ejércitos del norte, los del sur, también los del centro, los siete reinos y hasta el árido Dorne, se preparan para la travesía, larga, fría, combativa, que a su término desembocará en reparto de tronos y, de la suma de ellos, el de hierro, el del máximo poder, el más importante por su liquidez para consolidar ejércitos y ganar batallas venideras. Tal vez los Lannister logren resistir el asedio en Desembarco del Rey y sus murallas frenen las ansias de otros por invadirles, tal vez los Stark recuperen Invernalia, que antes era suya, tal vez Khaleesi, rodeada por su fiel ejército de Inmaculados, logre desde el sur lo que en mente tiene y se haga con el trono de hierro o tal vez, al final, Tyrion, el enano, el de la mente más afilada, gane por neuronas. A saber. Tal vez debiéramos todos apagar la tele.

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