Lo que queda del día

También esto pasó

Lo que no cambian son los balances de fin de año, con sus mensajes triunfantes indemostrables y sus reproches interminables

A mi amiga Rocío le encantaban Michael Jackson y George Michael. Eran los años de Bad y Faith, pero, sobre todo, eran los años en los que aún disfrutabas con la funda de un disco en las manos: por las fotos, por las letras, por los créditos y por el tiempo que pasabas con cada uno de los cortes del vinilo hasta que te podías comprar otro -en cumpleaños o reyes, preferentemente-. Si Spotify o Soundhound hubiesen existido en aquellos años, tal vez habrían satisfecho nuestro ansia por coleccionar música y  acceder a discos y canciones inalcanzables, pero nos habrían privado de saborear cada uno de los temas de los elepés que nos acompañaron en la adolescencia, y jamás habríamos sabido que el saxo que suena en Englishman in New York es el de Brandford Marsalis o que Peter Asher, el productor de James Taylor, lo sería también de 10.000 maniacs dos décadas después. 

Quiero pensar que Rocío, aunque 30 años después, habrá sentido un pellizco esta semana al conocer la muerte del segundo de sus ídolos, o que, cuando menos, se habrá sentido por un instante de vuelta en su dormitorio, tras cuya puerta hubo un tiempo en el que el rey del pop y el guaperas del I want your sex carecían de rivales en el equipo de música y en los posters de las paredes.

También esto pasó, sólo que el tiempo ha terminado por llevárselos para siempre. “No más Lubistch”, le dijeron a Billy Wilder en el entierro del famoso director; y él respondió: “Peor aún, no más películas de Lubistch”. Supongo que ella podrá sentir un poco lo mismo de los que fueron sus referentes; yo espero que los dos únicos que me quedan de siempre, Paul y Ringo, aún aguanten lo suficiente como para darme alguna que otra sorpresa.

No sólo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con la música; también con las palabras, elevadas a la categoría de objeto de uso y consumo. Desde hace cuatro años, la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia EFE y BBVA, elabora una clasificación anual formada por aquellos términos “que han marcado la actualidad informativa” de los últimos doce meses, “y tienen, además, interés desde el punto de vista lingüístico”. A mí me da que el experimento tiene truco, algo de ilusión óptica, de trampantojo con el que llamar la atención, pero aceptemos “pulpo” con tal de reivindicar la propia lengua, ahora que el wassap juega a acribillarla a traición y con impunidad; e insistamos en que cunda el ejemplo de Bryce Echenique, que antes de iniciar uno de sus discursos dijo aquello de “antes de hablar voy a pronunciar unas palabras”.  

Así, según el citado estudio estadístico, la palabra del año es “populismo”: “una palabra originalmente neutra, pero que se ha ido cargando de connotaciones hasta convertirse en un arma en el debate político”. El podio lo completan dos palabras que no están en el Diccionario de la RAE, la italiana “sorpasso” y -más bien parece un tropezador de lengua- “abstenciocracia”, pero que han hecho sentirse a gusto a quienes las han pronunciado, aunque sea por vía contagio.

En cuarto lugar aparece “posverdad”, vocablo formulado por Ralph Keyes en 2004 y que resume su acepción en el hecho de que, hoy en día, hay mentiras más creíbles que la verdad. En realidad, su uso es más meritorio si cabe, ya que ha sido consecuencia propia del “populismo”, un pequeño batallón de letras con el que levantar muros de contención frente a las “apelaciones a la emoción y las creencias personales”, que, según sostene Irene Lozano, han logrado mayor influencia en la opinión pública que los hechos objetivos de la mano perversa de las redes sociales, que también han cambiado la forma de relacionarnos entre nosotros mismos, e incluso de mostrarnos entre nosotros mismos.

Lo que no cambian son los balances de fin de año, con sus mensajes triunfantes indemostrables y sus reproches interminables, y cuya virtud no suele ir más allá de confirmar lo inevitable: se aproxima un año nuevo. Espero que el que les aguarda venga cargado de mejores noticias.

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