Lo que queda del día

Qué alegría de verano, otra vez

Como este verano, todos los que tengan que venir, pero que nadie espere a poner fin así a la crisis.

Los desplazamientos por carretera  han crecido un 3,5% el pasado mes de julio en comparación con los del mismo mes del año pasado. Ha sido la cifra más alta desde 2011. También han crecido las víctimas mortales en carretera, lo que viene a dejar en evidencia que el mayor o menor número de accidentes no tiene tanto que ver con el éxito de las campañas de tráfico como con la densidad del tráfico. Aún así, todavía habrá quien abandere la estadística para demostrar que el final de la crisis ya está aquí, lo que no deja de ser una verdad relativa o, cuando menos, sospechosa, que diría Popper; muy sospechosa, en realidad. 

Si el fin de la crisis fuera vinculable a la densidad de público que se da cita este verano en determinadas áreas urbanas o a la de bañistas por metro cuadrado de playa, cabría estar de acuerdo en que así es, pero esa densidad sigue sin ser proporcional a lo largo del año y sin cubrir las expectativas del mercado laboral, que por ahora se limita a maquillar las cifras del paro y a hacer de cada descenso una conquista, como si le hubieran resuelto la vida a 500 familias de golpe, cuando se trata de aliviarlas temporalmente.

Derrotada definitivamente la aspiración de volver a tener o ser lo que fuimos, hemos pasado al conformismo por obligación: casi un tercio de los parados de nuestra zona confían en encontrar empleo como camarero o dependiente en un comercio. Ése es el nivel... o el límite de la realidad. A partir de ahí, soñar es gratis, incluso con una primitiva, pero vaya por adelante la adaptación al medio.

Traducido resulta que estamos ante uno de los mejores veranos de los últimos cinco años, pero también ante la encrucijada de determinar si estamos ante un modelo productivo definitivo, excluyente o coyuntural. No es que estemos para descartes en la provincia, y cualquiera apuntaría a que partimos de una situación coyuntural en favor de un modelo defenitivo no excluyente, pero la proyección turística alcanzada se ha convertido en el gran asidero desde el que reivindicar un protagonismo singular que, pese a todo, no se basta por sí solo para combatir el desempleo.

Y les aseguro que es una delicia pasear este verano, cualquier noche del fin de semana, por el centro de Jerez para disfrutar del ambiente en las calles y terrazas, comprobar la competente oferta de ocio que desde cualquier municipio de la provincia se ofrece al visitante, la dificultad para volver a reservar mesa en determinados lugares, el exigente servicio que se presta a los turistas, la puesta en valor de la riqueza paisajística, cultural y monumental de sus ciudades, el atractivo de unas playas tan familiares como exclusivas, la innovación gastronómica y el empeñado prestigio culinario presente en tantos rincones, disfrutar en suma de una provincia que va camino de lograr esa aspiración máxima de venderse como un paquete de experiencias y no desde el localismo o el tipismo o el folclore.

También, que se bata un nuevo récord de visitantes a la provincia, que el aeropuerto de Jerez reivindique su necesidad, que tipos como Alejandro Sanz o Ángel León vayan haciendo patria de la provincia allá donde se encuentren, que sea tan complicado igualar nuestros atardeceres frente al mar... Pero queremos más, sobre todo después de tantas renuncias y tantos sacrificios.

En octubre, cuando haya acabado la temporada alta, cuando las cifras del paro vuelvan a subir, cuando no queden más balances positivos por hacer ni expectativas por cubrir, entonces, volverán a hablarnos de la ITI, de la última oportunidad que le queda a la provincia para subirse al tren del progreso -por falta de fondos no será-, y volverán a preguntarnos qué es lo que queremos ser de mayores.

Tal vez quede el consuelo de que, al menos, ya han logrado identificar el problema, aunque también la incógnita de si, esta vez, serán capaces de encontrar las soluciones, y no todas pasan por mejorar el rendimiento turístico de la provincia, por mucho que el sector crezca y sirva de ejemplo. Como este verano, todos los que tengan que venir, pero que nadie espere a poner fin así a la crisis.

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