Lo que queda del día

Pasado pisado, presente de frente

De momento seguimos con el resumen del capítulo anterior a la espera de que termine la guía por esta casa del terror que es el Ayuntamiento

Todavía no se ha inventado el gobierno que dedique sus primeras semanas de trabajo a elogiar o reconocer el trabajo realizado por sus predecesores. No lo hizo el PSOE con los andalucistas, ni el PP con los socialistas, ni ahora el PSOE con los populares. Y eso que aquí se llegó a decir que a Pilar Sánchez le habría ido mucho mejor -y a Jerez también- si le hubiese dedicado una calle a Pedro Pacheco antes que optar por el enfrentamiento directo en busca de su aniquilación política. Al final terminaremos regalándoles a cada gobierno entrante un libro de autoayuda, con frases como la que se atribuye en internet al Papa Francisco, reconvertido por algunos en una especie de gurú del existencialismo provinciano: “Nunca tendrás un mejor mañana si siempre estás pensando en el ayer: pasado pisado, presente de frente”.

En Jerez, tras cinco semanas del nuevo gobierno, se sigue hablando más de lo que hizo o dejó de hacer el anterior, que de lo que está dispuesto a hacer su sucesor, lo cual no deja de ser tan contradictorio como contraproducente: si hay alguien nuevo gobernando será porque el pueblo ha decidido que sea así, tanto en castigo al que estaba como en reconocimiento a quien esperan que lo haga mejor, y de momento seguimos con el resumen del capítulo anterior, reducido al esquema clásico que distingue entre buenos y malos y recubierto de suspense: “Nos da pavor lo que nos hemos encontrado”, ha dicho la portavoz Laura Álvarez; “nos da miedo el segundo semestre”, ha dicho el delegado de Economía Santiago Galván, como si en vez del Ayuntamiento esto fuese La casa del terror.

Y sí, visto así, puede que lo sea, pero a ellos les toca ahora ser los guías dentro de este particular y dantesco recorrido en el que hay que atravesar el infierno y el purgatorio para llegar al paraíso. El PP asegura que ellos llegaron a la fase intermedia y que al PSOE le toca averiguar si el camino que elijan conduce de nuevo al infierno o, por fin, al paraíso. En ese caso, olviden lo del libro de autoayuda. Aquí lo que necesitan leer para ambientarse es La divina comedia, que aunque no desvele cómo hacer frente a los déficits presupuestarios ni a las facturas impagadas, les brindará nuevas metáforas de cara a apuntar con los dardos y desenvolverse en los duelos de las sesiones plenarias.

Digamos en su favor, mientras sigue la cuenta hasta cien, que la consigna parece ser: “despacio, pero con buena letra”, o “sin prisas, pero sin pausa”; aunque sin olvidar la encomendada por Pedro Sánchez: ensalzar de forma prioritaria las políticas sociales que se hacen desde cada municipio y desde cada ente gobernado por el PSOE ahora que el mapa pinta más de rojo que de azul. Y eso sí que va a dar pavor: los discursos del hambre y del miedo en plena campaña navideña, que lo será también electoral, después de que Rajoy parezca que tenga decidida la feliz ocurrencia de celebrar las elecciones en pleno mes de diciembre, como si en las sacas de papanoeles y reyes magos no hubiera ya suficientes deseos y este año hubiera que incluir también las promesas de los partidos políticos. A algunos, en cualquier caso, les tocará el carbón de caña carbón, carbonero, carbonero lo quiero yo.

Ese futuro inmediato e imperfecto es el que ya enfilamos, y debe ser de frente, como quien sigue las órdendes del capataz de un paso en plena calle Larga, costaleritos todos de una misma esperanza, pese a las mismas dudas de siempre. Seguimos sin saber conjugar aún qué es eso de un “tiempo nuevo” o un “nuevo tiempo”, porque el orden de los factores parece alterar el producto y ni el que lo inventó recuerda ya si tenía prioridad el nombre o el adjetivo, pero lo que parece evidente es que de nada sirve mirar atrás, ni para añorar viejas glorias pasadas, ni para lamentar ruinas, salvo que sea para no incurrir en idénticos errores.

Creo que fue el bético Rogelio el que le espetó a su entrenador aquello de “correr es de cobardes”, pero el movimiento se demuestra andando y quisiéramos que siguiese el curso del tiempo; es decir, hacia adelante. Queremos ver el próximo capítulo, y ni siquiera hemos llegado a los anuncios.

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