Lo que queda del día

Gobierno ‘reloaded’

A un concejal, a un delegado o a una alcaldesa no les ocurre como a los peces, que nacen sabiendo nadar, pero sí se les exige que aprendan a hacerlo rápido

Una de las virtudes de Mamen Sánchez es su espontaneidad, que deviene asimismo en cercanía. No la ha perdido con el cargo de alcaldesa. Esta semana, después de recibir al embajador de Chile, atendía a los periodistas en el patio del Ayuntamiento y hacía gala de la misma: “Esta mañana cuando he llegado a las nueve y media, he dicho que había que abrir otra vez el decreto de funciones porque hay que incorporar aspectos que considero que son importantes para la ciudad, pero no os lo voy a contar todavía porque no está cerrado. Cuando esté listo os lo contaré. Estamos viendo las necesidades que tiene  esta ciudad, y hay que cambiar muchas cosas, porque lo que servía antes, no sirve ahora. Y esta ciudad necesita muchas cosas nuevas, entre ellas una estructura municipal nueva, con contenidos diferentes a los que hay ahora, y eso te lo va diciendo el día a día”. Es más, en un ejercicio de naturalidad llegó incluso a reconocer que “estamos desbordadísimos”.

La alcaldesa Pelayo también era espontánea y cercana, pero a su propia manera; podría decirse que medía más sus palabras, sin que eso tenga que ser mejor ni peor, sólo diferente. De hecho, si cualquier asesor de prensa lee el párrafo anterior podría llevarse las manos a la cabeza. O no. Si es del PP, seguro que sí. Le bastará leer entre líneas, y eso es algo que se le da bastante bien a Antonio Saldaña -no sé si le ocurrirá lo mismo cuando se trata del discurso de alguien de su partido, pero ya sabemos que en el PP son más disciplinados-.

Y lo que ha leído el PP entre líneas -y no sólo el PP- es que de lo que hablaba la alcaldesa era de la segunda reestructuración del gobierno local en menos de tres semanas: la primera tuvo lugar tras la renuncia de Isabel Armario a sus cargos para tener dedicación exclusiva en Diputación; la segunda, ahora con este anuncio de la modificación del decreto de funciones para la incorporación de nuevas áreas de responsabilidad, como la de un departamento dedicado a atraer inversores a la ciudad, a falta de más detalles.

Los populares van más allá. Según ellos, no se trata sólo de realizar un nuevo reparto de las áreas de gestión, sino de poner en evidencia el desconocimiento del funcionamiento de un ayuntamiento. Es cierto que a un concejal, a un delegado o a una alcaldesa no les ocurre como a los peces, que nacen sabiendo nadar, pero el calendario indica que ya han transcurrido tres semanas desde la toma de posesión, y la mera ausencia de fecha para la celebración del pleno de organización, alimenta cierto desahogo dentro de la inevitable soledad del grupo mayoritario.

El PP, en cualquier caso, tiene ya discurso, o relato, como se dice ahora: estamos ante un “gobierno interino”, han repetido esta semana en varias ocasiones. Lo curioso es que el discurso se lo está ofreciendo el PSOE en bandeja, por mucho que debamos abogar por el respeto a los cien días de confianza y por conceder el beneficio de la duda a quienes, en minoría y con evidente voluntad, pretenden trazar el destino de la ciudad para los próximos cuatro años, por mucho que durante estas tres semanas hayan querido envolver en un halo de normalidad, que no debe ser tal, el hecho de reiniciar o recargar su estructura municipal en busca de un mejor rendimiento.

El nuevo Gobierno, por supuesto, ha tirado de manual para defenderse; es decir, ha recurrido a la “herencia” que le han dejado sus predecesores: estado de las cuentas municipales, estado de la situación económica del Ayuntamiento, deudas de las empresas municipales, expedientes sin tramitar..., pero tampoco debe olvidar que no se trata tanto de subrayar los inconvenientes consustanciales a un cambio de gobierno, como de hacer palpable que la nave en la que se embarcaron el 13 de junio está en marcha. Si comparan las primeras tres semanas de gobierno del PP con las del PSOE, coinciden en una cosa: la herencia -como el vizconde de Valmont con sus conquistas, no han podido evitarlo-; pero más evidentes son las diferencias, y en ellas sobresale la determinación. Juzguen ustedes de quién.

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