Lo que queda del día

El patrimonio, en las manos de Dios

En 2012, PSOE e IU votaron a favor de que el Ayuntamiento aportara recursos a las obras de Santiago, y eso que entonces había mil parados más que ahora y Cáritas atendía entonces a 17.898 familias de la ciudad

El 28 de diciembre de 2012 todos los grupos políticos de la Corporación Municipal aprobaron por unanimidad una moción desde la que se solicitaba a distintas administraciones públicas -a saber: el propio Ayuntamiento, Junta de Andalucía y Gobierno central- que adoptasen las “medidas, recursos, posibilidades y cuantas gestiones sean necesarias para poder culminar las obras de consolidación de la iglesia de Santiago”.

El objetivo -como recuerda hoy en su crónica Francisco C. Aleu- pasaba por “la búsqueda de alternativas a fin de conseguir la puesta en valor de esta joya” del patrimonio local, entendiéndose la obligatoriedad del municipio de “volver a exigir la adopción de todas las medidas y la gestión de todos los recursos de los que disponen las distintas administraciones a fin de llevar a buen fin la consecución y finalización de las obras”.

Ha transcurrido apenas un año y medio de aquel acuerdo por unanimidad, y dos de los partidos políticos firmantes han decidido esta semana cambiar, si no el sentido de su voto, sí su opinión al respecto. Así, llevar a cabo lo que defendieron un 28 de diciembre de 2012 -como si se tratara de una inocentada-, le parece ahora al PSOE “injusto, indigno e insultante”, y a IU, “una aberración política”. Pudieron haberlo dicho entonces, pero se ve que no les pasaron apuntada la cifra de parados -unas mil personas más que en la actualidad- y de familias necesitadas -17.898 solicitaron en ese año ayuda directa a Cáritas Diocesana en la ciudad- para advertir a los demás grupos que instar a que Ayuntamiento, Junta o Gobierno financiaran las obras de Santiago iba a procurar la condena de sus almas por mirar hacia otro lado en favor de una iglesia que, por cierto, cayó en el olvido de las renovadas promesas de la Consejería de Cultura, hasta que finalmente debió pensar que era mejor dejarla en manos de Dios.

No puede decirse que hayan sido muy consecuentes con lo que votaron, pero sí lo suficientemente confiados en que estemos habituados a que la clase política -toda ella- cambie de marcha sin avisar, y sin complejos, hasta aguardar como tantas otras veces nuestra indulgencia. A fin de cuentas, con la Iglesia han topado. 

Por lo demás, y desde cierta distancia, a nadie escapa que es una cuestión susceptible a la crítica, sobre todo si con una mano se blanden los 650.000 euros que se van a destinar a las obras de tres iglesias y con la otra las cifras de parados y personas que pasan hambre. Dale esos mimbres a Toñi Moreno y te hace un monográfico en Tiene arreglo, pero lo más probable es que un vecino de Santiago termine espetándole a algún miembro de Andalucía Laíca lo mismo que Malone en Los intocables al jefe de la Policía Montada del Canadá cuando este último le recriminaba su postura: “Usted no es de Chicago”, salvo que cambiando Chicago por Jerez.

En el fondo, en ese afán tan recurrente de pisar todos los charcos, el gran error del PSOE ha sido apuntar directamente a los proyectos vinculados a las iglesias: si lo que quieren es que el dinero se destine a parados y familias necesitadas, ¿por qué no hacer lo mismo con el dinero destinado a las demás zonas de Jerez, o por qué no reclamar otros proyectos alternativos con ese mismo dinero? No entiendo, en cambio, que lo sea el de IU, pero sí que se oponga a esta partida con el mismo convencimiento con que defendió la ampliación de un carril bici que va a costarle a las arcas públicas 8 millones de euros. En ambos casos, mucho que aprender de Foro Ciudadano, que ha sido fiel a lo votado y defendido en 2012 y ha dejado que los demás castigaran la imagen del Gobierno local sin que le salpiquen las contradicciones.

Lo que también parece evidente es que el Gobierno local no ha sabido calcular el impacto de su medida, por muy “ridículas” que le parezcan las críticas. Algo que podría haberse evitado presentando las inversiones y las compensaciones que reportarían las mismas a la ciudad, y no me refiero al impacto laboral de las obras y al turístico de los templos una vez reabiertos, sino al hecho de que el Obispado ceda puntualmente las iglesias para actos institucionales y caritativos. La idea no es mía, pero no hay nada como tener en cuenta otras opiniones.

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