La tribuna de Viva Sevilla

El reto de seguir creciendo

Estrenos como las conexiones con Ginebra o Lyon demuestran que el aeropuerto de Sevilla por el buen camino, pero las estadísticas no invitan al descanso, y se siguen aunando esfuerzos en destinos como Alemania, los países nórdicos y los grandes hubs europeos.

Sevilla mantiene un vínculo secular con la aviación. Los primeros pasos se dieron en el improvisado aeródromo de Tablada, donde no sólo se tejieron los mimbres de la próspera industria aeronáutica que hoy conocemos, sino que, además, sirvió de escenario a hitos como la implantación de la primera línea aérea comercial española (Sevilla-Larache) o el mítico vuelo sin escalas del Breguet XIX Cuatro Vientos a Camagüey (Cuba). 


El 11 de julio de 1933, la ciudad asistía a la inauguración, en el antiguo Cortijo de San Pablo, de una estación de dirigibles sobre la que se levantarían los cimientos del actual aeropuerto. Tablada cedía el testigo a unas instalaciones destinadas a satisfacer las nuevas demandas del pujante sector de la aviación, pero también a proyectar Sevilla al resto del mundo.


Los primeros registros oficiales de pasajeros y vuelos datan de 1940. Ese año, operaron 1.522 aviones y se movieron 9.028 viajeros en el Aeropuerto de Sevilla. Desde entonces, han pasado por él 86 millones de usuarios y 1,6 millones de aeronaves. Esta evolución ha estado salpicada  por circunstancias tan determinantes como la incorporación de nuevos medios para viajar (el AVE, por ejemplo) o  la propia transformación del sector del transporte aéreo, cuya liberalización, a finales de los 80, derivó en la aparición de otras fórmulas para volar (low cost).


También ha cambiado el concepto de aeropuerto. En paralelo a su papel como infraestructura canalizadora del tráfico aéreo, ha ido cobrando entidad el de centro de negocios, con una creciente diversificación y segmentación de los servicios, que ha supuesto la introducción de otras actividades empresariales (restauración, cetrería, handling, comercio, alquiler de vehículos, atención a personas con movilidad reducida…).


Gracias a ello, el Aeropuerto de Sevilla genera hoy negocio directo para más de un centenar de empresas, que mantienen 2.400 puestos de trabajo. Las implicaciones y el efecto multiplicador de esta realidad para la economía y la sociedad de su entorno son evidentes.    

 
La complicada coyuntura que vivimos desde la segunda mitad de 2008 nos ha planteado a todos nuevos retos. Después de que en 2011 la cifra de pasajeros alcanzara su máximo histórico, la crisis y su afección en el tráfico doméstico nacional –representa el 66% de todo lo que se mueve en el Aeropuerto de Sevilla- han truncado las estadísticas, con un descenso de la actividad del 13,5% al cierre del pasado ejercicio.


La reactivación de la demanda dependerá, en buena medida, de la mejora de la economía y de un aumento de la confianza entre los consumidores, pero son numerosas las líneas de trabajo que venimos desarrollando para contribuir a conseguirlo, tanto desde Aena, como en colaboración con las instituciones locales encargadas de la promoción turística y de negocios.


Además de los incentivos a la implantación de nuevas rutas, del refuerzo de las labores de  marketing aeroportuario para captar conexiones o de la búsqueda de oportunidades de negocio en Sevilla que puedan resultar atractivas para las aerolíneas, se ha hecho una decidida apuesta por los destinos internacionales. El objetivo no es otro que atenuar el efecto de la debilidad de la demanda en el mercado doméstico.


Esto se ha traducido en una progresiva internacionalización de la programación del aeropuerto, que en estos momentos afronta su cuarta temporada de verano consecutiva con más rutas foráneas que en territorio nacional (21 frente a 16). Estrenos como las conexiones con Ginebra o Lyon demuestran que vamos por el buen camino, pero las estadísticas no invitan al descanso, y seguimos aunando esfuerzos en destinos como Alemania, los países nórdicos o los grandes hubs europeos.
Hay que seguir creciendo. Ese es nuestro gran reto. Crecer en tráfico, pero también en la búsqueda y el aprovechamiento de sinergias, que permitan continuar enriqueciendo a nuestro entorno económico y social. Para ello, disponemos de unos magníficos ingredientes de partida: capacidad operativa, calidad de servicio y el firme compromiso de todos los que estamos implicados en este proyecto.

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