La tribuna de Viva Sevilla

Gratitud y compromiso

A lo largo de estos tres cuartos de siglo, la unidad de acción de los ciegos españoles, su afán de superación constante, y la ilusión por encauzar a la discapacidad dentro de la normalidad de nuestras vidas, ha permitido que la ONCE sea hoy un modelo social único en el mundo.

La concesión por unanimidad del jurado del premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2013 a la ONCE supone un respaldo institucional de primera magnitud al esfuerzo y entrega de decenas de miles de personas ciegas y deficientes visuales, de cientos de miles de personas con discapacidad, de sus familias, al empeño por conseguir su plena inclusión en la sociedad.

Una lucha que arrancó precisamente aquí, en Sevilla, por el impulso y la iniciativa de un grupo de valientes, que conformaron hace ya 75 años la Federación Bética de Ciegos, uno de los embriones de lo que sería después de la ONCE, y que soñaron que juntos, con tesón, otro mundo, otra sociedad sería posible. En una España partida en dos y herida por la guerra, aquellos sevillanos aspiraron a ser iguales a los demás, ciudadanos como el resto de los ciudadanos, personas como el resto de las personas.

Y si hemos llegado hasta aquí es porque aquellos hombres y mujeres superaron las mayores adversidades en un contexto histórico infinitamente más crítico social y económicamente al que atravesamos ahora.

Aquel empeño se ve hoy recompensado con la más alta distinción que jamás pudieron soñar quienes durante tantos años se sintieron víctimas de la exclusión y la marginación. A lo largo de estos tres cuartos de siglo, la unidad de acción de los ciegos españoles, su afán de superación constante, y la ilusión por encauzar a la discapacidad dentro de la normalidad de nuestras vidas, ha permitido que la ONCE sea hoy un modelo social único en el mundo, un referente en lo que significa la inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad.

Un verdadero motor de desarrollo social que ha sido posible gracias a la confianza, la credibilidad y el cariño que siempre han depositado los sevillanos y los andaluces en nuestros productos de juego. Y somos muy conscientes de que este alto honor que recibimos no hubiera sido posible sin su apoyo incondicional y su solidaridad.

A ellos les debemos lo que somos, lo que hemos conseguido ser, un pilar esencial del Estado del Bienestar en la prestación de servicios sociales con la que damos cobertura al colectivo de personas más vulnerables de la sociedad.

Nuestra ambición por la inclusión nos ha llevado también a abrirnos al mundo, a llevar nuestro modelo económico y social más allá de nuestras fronteras, en defensa siempre de lo social, conscientes de que la ilusión no tiene fronteras. De ahí que la ONCE y su Fundación quieran trasladar la solidaridad de los andaluces y los sevillanos, además de a la discapacidad en España, al resto del mundo con un trabajo que abarca ya a 50 países.

A través de la cooperación internacional tratamos de exportar nuestro modelo de gestión a las organizaciones de personas ciegas de todo el mundo, para que encuentren sistemas de gestión sostenible que les permitan una vida digna. En los últimos quince años la ONCE ha hecho posible la educación de 230.000 niños ciegos y deficientes visuales en América Latina y hemos impulsado 42.000 empleos para personas con discapacidad desde el 2000 en ese continente. En África, por citar sólo dos ejemplos, hemos logrado que todos los niños ciegos de los campamentos saharauis estén escolarizados, lo que los convierte en una de las pocas zonas del mundo en vías de desarrollo donde los niños ciegos tienen ese acceso garantizado a la educación, con cinco escuelas en todos los campamentos y la formación de profesionales allí.

La cooperación internacional, tan valorada y reconocida por el jurado del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, forma ya parte del ADN de la ONCE. Todos los que formamos parte de esa gran familia que es la ONCE sentimos con orgullo el reconocimiento de toda una sociedad a la labor de integración y plena ciudadanía que venimos desarrollando desde hace 75 años y desde hace 25 nuestra Fundación, siguiendo la huella de quienes nos precedieron en esa ilusión.

Pero también sentimos el reconocimiento de los colectivos más vulnerables, de las personas en riesgo de exclusión social que sienten el límite de las posibilidades en su propia piel y de todos los colectivos que trabajan porque cada día tengamos verdaderamente una sociedad más justa, más igual y más solidaria.

  Gratitud y compromiso con Sevilla que es nuestra ilusión, la ilusión de todos los días.

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