Ya quedan pocos días para que muchos sevillanos "hagan" de nuevo el camino. Pocos días para que cohetes, cánticos y salves se unan a esa fe rociera y peregrina adueñándose de nuestra ciudad desde los diferentes puntos cardinales donde habitan.
Triana, Sevilla, Cerro del Aguila, Sevilla Sur, Macarena...se fundirán en sus dos días de salida con el resto de hermandades de la provincia, hasta adentrarse por esos caminos que les guiarán hasta las benditas marismas rocieras.
Pronto, muy pronto...los aromas romeros se esparcirán por cada rincón de Sevilla con el transitar de sus carretas y nos veremos contagiados por el júbilo y las promesas de todos aquellos que esperan ansiosos, durante todo un año, poder tomar la senda que los lleve hasta los pies de la Virgen del Rocío.
Curioso resulta para muchos ese sentir rociero que embriaga el espíritu de otros muchos conciudadanos, pero la amplitud de esta devoción traspasa cualquier tipo de límites o fronteras. Sí del Rocío hablamos...hablamos de rocieros esparcidos por cualquier punto de la geografía. Y si hablamos de la Sevilla rociera, poco importa el color de sus diferentes medallas cuando de piropear a la Virgen se trata.
Romería, la del Rocío, que alcanza su culmen en Pentecostés allá en la aldea almonteña, pero que se alimenta de muchos momentos vividos durante esos caminos de ida y de vuelta, a los que hay que sumar las instantáneas recogidas durante los días de sus respectivas salidas y llegadas. En esos otros momentos del camino... en los que los sevillanos destapan los baúles de sus recuerdos y se suman por unas horas al trazado que recortan sus simpecados por las calles de nuestra ciudad. Durante esos otros momentos son muchas las personas que privadas por diferentes causas hacen su particular "camino" acompañando a la Virgen hasta los extramuros de Sevilla.
No es difícil encontrarse allí con personas que cumplen con sus promesas recorriendo las distancias que sus piernas les permiten. También es frecuente tomar contacto con esa transmisión de fervor de padres a hijos o de abuelos a nietos en esas mañanas en las que las carretas inician su peregrinar. Barrios que se echan a la calle o calles que se engrandecen con el júbilo de la fe ofrendada por el pueblo. Fe, expuesta por muchos sin ataduras y libres de modas o eufemismos, como demuestran los doscientos años de existencia de la hermandad de Triana.
Desde allí. Desde el otro lado del río, partirá este año esa comitiva señera que congrega el mayor número de romeros de todas. Desde Triana, con esa Virgen "chiquita" que tanta devoción arrastra, se pondrá rumbo hasta la aldea con la seguridad de que doscientos años de historia reafirman una fe rociera que no es fruto pasajero sino más bien símbolo de una devoción hacia la Virgen que traspasa momentos complicados vividos, situación actual, diferentes cambios generacionales y esas formas de entender la vida que arrastran lagunas difamatorias empeñadas en cambiar la razón de ser de la romería más importante del mundo.
Y por ello...emotiva resultará su salida, su camino y su regreso, como emotiva ha resultado su novena en la Catedral de Triana en torno al colosal altar que ha presidido sus cultos manteniendo a sus pies a la Señora Santa Ana. Serán muchas las rocieras y rocieros que celebrarán desde las marismas eternas la celebración del bicentenario de su hermandad, uniéndose a quienes hoy representan las semillas del pasado convertidas en el presente y futuro de la número seis de las hermandades filiales.
Desde aquí, desde este humilde artículo de opinión, quiero sumarme al corazón y a esos vivas de todos aquellos que cuentan los días de uno en uno, como dice la letra de aquellas sevillanas, deseándoles el mejor de los "caminos" y que entreguen sus rezos y plegarias en la ermita para que la intercesión de la Virgen del Rocío llegue a tantos y tantos necesitados.
¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Y que viva esa Blanca Paloma!
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