La Tribuna de Nertis

Cosas sevillanas

Sin duda Sevilla es una ciudad maravillosa, a la que en mi caso llegué para la carrera y que me atrapó desde entonces...

Sin duda Sevilla es una ciudad maravillosa, a la que en mi caso llegué para la carrera y que me atrapó desde entonces. Por algo ha sido elegida el mejor destino del mundo para visitar en 2018 por la revista Lonely Planet. Es un destino turístico inigualable, pero también tiene defectos y creo personalmente que está enormemente parada mientras otras ciudades avanzan a una velocidad mucho mayor.

Hay muchas iniciativas que no salen adelante en forma alguna. Seguimos sin saber siquiera donde puede instalarse la Ciudad de la Justicia, que es un proyecto que debiera ser urgente para servicio de todos. La imagen de Sevilla es sencillamente cutre en sus sedes judiciales, penosa. Creo que la cesión de las competencias en esa materia a las autonomías tampoco ha ayudado, porque la Administración autonómica ha demostrado con creces que su prioridad está absolutamente alejada de invertir en la justicia. Pero se impone que de una vez pueda darse un paso decisivo para construir algo digno de la que desde luego en eso no muestra en absoluto ser capital de Andalucía.

Pero podemos hablar de otras muchas, como las cocheras del metrocentro y el desplazamiento del tranvía a Santa Justa recuperando una zona residencial que nunca debió dejar de tener ese carácter. He de decir que frente a lo que se ha publicado, los vecinos del Prado no han perdido definitivamente el pleito, pues la Sala ha resuelto que no puede anular por recurso de particulares disposiciones generales como era la revisión del PGOU (claramente vulnerado por esa actuación) pero sí actos concretos respecto a los que ha remitido los autos al Juzgado y emplazado a las partes. Otra cosa sea que los vecinos no estén cansados de tanto vaivén judicial y se piensen si seguirán o no en ello.

Y también por ejemplo de otros proyectos tan importantes como lo relativo a la fábrica de tabacos de Los Remedios, la recuperación de verdad e integración en la ciudad de los paseos junto al río o todo lo relativo a los suelos de la antigua fábrica de Cruzcampo. No hablemos ya de la Atarazanas o del adecuado mantenimiento de los conventos que engrandecen la ciudad.

En fin, creo que estamos perdiendo muchas batallas y que es necesario ganarlas. Termino felicitando desde estas páginas a mi gran amigo José Antonio Fernández Cabrero y a su equipo por su elección al frente de la Hermandad de Macarena, en la que estoy convencido harán una labor inmejorable y a los que espero servir en cuanto pueda desde el enorme orgullo de colaborar como Letrado de la Esperanza. Sin duda ha sido una fantástica campaña que ha culminado con una elección totalmente merecida.

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