La Tribuna de Nertis

La sopa catalana

Como cada septiembre, en los últimos años, tenemos catalanes e independencia hasta en la sopa...

Como cada septiembre, en los últimos años, tenemos catalanes e independencia hasta en la sopa. Y parece inevitable que esto va para largo. No pretendo simplificar el conflicto tan complejo que encierra lo que podríamos denominar “la cuestión catalana”, sino todo lo contrario. A través esta tribuna, y a grandes rasgos, pretendo profundizar un poco más en algunos aspectos de este debate que no es aceptable simplificar como suele hacerse a pie de calle.

Desde mi humilde opinión, creo que gran culpa de la situación es del gobierno central, que ya sea desde un punto de vista conservador o progresista, no ha sabido manejar la situación a largo plazo, pues entiendo que, con sus medios, es el que, en todo caso, podría haber evitado la radicalización de las posturas que vemos actualmente.

Por una parte, me pregunto si dicha polarización extrema no llega a ser hasta intencionada, pues resulta evidente que, durante estos meses, y después de la zozobra política del verano, no se habla de otra cosa. Lo que le viene estupendamente al gobierno central, pero también a los partidos “no nacionalistas” catalanes, así como al gobierno catalán. Para tapar vergüenzas, y para agitar a la vez a su potencial electorado.

Por otro lado, me pregunto si estoy equivocado, y si esta estrategia realmente consiste en llevar la contienda al extremo en que se consuma por sí misma y la gente se canse del tema.

Pero lo cierto es que ambas opciones me llevan irremediablemente a pensar en que, desde el gobierno de la nación, bien por estrategia equivocada o bien intencionada, no se ha querido coger nunca el toro por los cuernos, y ello, a fin de cuentas, tiene un principal perjudicado, que es la mayoría silenciosa, mayoría de verdad, que, o pasa ya del tema de marras, o está totalmente en contra de la independencia.

Una mayoría a la que no se le da un apoyo de verdad desde el resto del país, puesto que la vulgarización del conflicto impide que forme parte activa del mismo, y se haya reducido todo a una disputa “España vs independentistas”, quedando esta mayoría silenciosa relegada al ostracismo, lo que considero un fallo de base garrafal.

Soy consciente de que hablamos de algo muy complejo y con muchas aristas, y que incluso se me habrá escapado alguna barbaridad, pero estoy convencido de que esta situación extrema se podría haber evitado si se hubiera optado por otras vías de afrontar el desafío nacionalista. Esperemos que no sea demasiado tarde para reconducirlo.

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