La Tribuna de Nertis

Cataluña y cierra España

Ayer día 25 de julio, festividad del Apóstol Santiago, se cumplían 25 años de la inauguración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos...

Ayer día 25 de julio, festividad del Apóstol Santiago, se cumplían 25 años de la inauguración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos que se celebraron en el año 1992 en la ciudad de Barcelona.
Dentro de los múltiples y variados actos que precedieron a la celebración de dichos juegos, destacó por emocionante el momento en el que el Rey, ahora emérito, Don Juan Carlos, declaró inaugurados los Juegos Olímpicos y su hijo, el entonces Príncipe de Asturias, actual Rey de España, representando como abanderado a la delegación española. Junto a él, hubo una serie de políticos y personalidades que dieron discursos manifestando lo que para ellos significaba ese acontecimiento para España en general y para Cataluña en particular. La verdad es que 1992 fue un año que muchos han llegado a calificar de espectacular para España desde todos los puntos de vista posibles: económico, social, cultural, etc, y especialmente, para dos de sus ciudades más importantes, Barcelona y Sevilla.

Una de esas personalidades que hace 25 años subieron a la tribuna fue el entonces Alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, para destacar lo que a su entender significaba tan magno acontecimiento y ahora, con el transcurso del tiempo, me llama poderosamente la atención las palabras que pronunció en su discurso, cuando afirmó en las cuatro lenguas oficiales de los Juegos Olímpicos de Barcelona -catalán, castellano, inglés y francés-, que la ciudad "representa a Cataluña, a las 16 ciudades subsede, a toda España, al amplio mundo iberoamericano que se encuentra aquí y muy especialmente a Europa, nuestra nueva patria".

Me pregunto ahora cómo ha derivado todo en tan solo 25 años. En aquellas fechas Cataluña se sentía integrada en España como una más de sus regiones, de sus Comunidades Autónomas. Bien es cierto que siempre han tenido un sentimiento propio e independiente  de los demás, con sus singularidades propias, con sus derechos forales y su carácter distinto, pero absolutamente compatible con la estructura y organización del Estado proclamado por la actual Constitución, que, no se nos olvide, también fue votada y aceptada por el pueblo de Cataluña. 

Ahora, en estas fechas que vivimos, algunos de los que ahora representan a la Comunidad Autónoma de  Cataluña, no sólo no suscriben estas palabras del mandatario anterior, ni sienten lo que significan esas palabras, sino que por el contrario, adoptan la mayor de las radicalidades posibles, alejándose por completo de España, y proponiendo leyes de ruptura y de desconexión, enarbolando la bandera de una mayoría que dicen tener y que no tienen

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