La Tribuna de Nertis

Cambiar lo que funciona

Qué manía tienen los políticos por cambiar todo aquello que funciona. Si una cosa funciona, pues nada, la cambiamos y ya está...

Qué manía tienen los políticos por cambiar todo aquello que funciona. Si una cosa funciona, pues nada, la cambiamos y ya está. Como tienen poder para eso, le dan la vuelta a lo que está y lo cambian sin el menor reparo, y lo que es peor, sin tomar el pulso, las sensaciones y las opiniones de los que están afectados por ello. Se supone que un político, un gestor de lo público, quien ha de tomar decisiones que afectan a una o varias personas, lo primero que tiene que tener es sensibilidad y empatía, y esto es lo que le falta cuando ocurren estas cosas.

Un ejemplo claro y reciente lo tenemos en la privatización de los Centros de Atención Infantil Temprana, los denominados C.A.I.T., que son centros dotadas con profesionales altamente cualificados, que cumplen una clara función social y asistencial, cubriendo las necesidades de aquellos que, sin recursos económicos, tienen que hacer frente a uno de los mayores problemas que -bajo mi particular punto de vista- puede tener una persona: el nacimiento de un hijo o de alguien próximo con discapacidad. Pues bien, dentro de la política de privatizaciones y externalización de servicios que viene mostrando el Gobierno de Susana Díaz en los últimos tiempos, la Consejería de Salud, comunicó la semana pasada a diversos Ayuntamientos su intención de no renovar los convenios por los que se regían hasta ahora más de 50 de estos centros.

Dichos CAIT atienden a una población especialmente sensible a los cambios; niños de 0 a 6 años con trastornos en el desarrollo y a sus familias. La eliminación de los convenios supondría el cambio de titularidad de los CAIT ya que saldrían licitados en concurso público, expuestos por tanto a caer en manos de cualquier entidad privada que quiera hacer negocio con la Salud, sin garantías de mantener la calidad en el servicio que hasta el momento ofrecían con solvencia los Ayuntamientos.

Y es que los gestores de lo público, nuestros políticos que toman las decisiones, no se dan cuenta de que esta medida está afectando a un colectivo tan sensible. No tienen la sensibilidad suficiente como para darse cuenta de que ese cambio es rechazado de plano por todos aquellos que sufren estos problemas de salud, que solamente quieren que sus hijos o familiares estén atendidos por esas personas que siempre los han atendido, profesionales que lo llevan tratando desde que nacieron y que saben y conocen todos sus problemas y necesidades. Si algo funciona, por qué se cambia?.

Pero es que además, y como daño colateral, más de 200 profesionales de un alto nivel de formación podrían ir al desempleo, después de estar velando por estas personas desde hace 10, 20 o incluso 30 años en el caso de bastantes de ellos.

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