Venía esta mañana al despacho pensando en escribir mi opinión sobre las primarias de los partidos que tanto están dando que hablar cuando me he quedado sobrecogido con una llamada de una hija a sus padres contándoles que estaba bien, pero que estaba en el concierto de Manchester y en medio del atentado. La angustia era terrible. La ansiedad de esos padres era espantosa. Pero sin duda peor tiene que ser la de quienes hayan de verdad perdido a sus hijos, hermanos o amigos. Qué tremenda barbaridad que un concierto de música lleno de juventud y ganas de vivir y disfrutar lo convierta alguien, en nombre de “su Dios”, en un desolado episodio de muertos y heridos.
Parecía que no se repetían atentados con explosivos, pero se produce de nuevo. Alguien que se mata destruyendo es muy difícil de controlar. Pero habrá que implementar los medios para que no se pueda meter a nadie en la cabeza ideas de ese tipo. Habrá que deja de ser blando con la libertad de expresión y con ciertas libertades de culto o creencias si las mismas se convierten en instrumento para propagar ideas que llevan a algunos a asesinar de esa manera. Tendemos que dedicar los servicios de seguridad a vigilar más esos movimientos, pero también actuar en el ámbito preventivo decididamente para que no puedan propagarse esas ideas. Y tendremos ahora que hacernos solidarios con esas muchas personas rotas de dolor por esas vidas segadas que pueden ser las de cualquiera de nosotros en cualquier momento.
Y desde ese terreno mucho menos importante que es la política de partidos, hemos presenciado esa derrota de Susana Díaz que hace unos meses parecía imposible. Poco a poco fuimos viendo cómo ese discurso del no es no, sin más definición ni ideología, iba calando en una militancia que ha decidido que daba igual que se hubiera dado un enorme trompazo en las elecciones porque importaba más ese enfrentamiento con el PP que la posibilidad de obtener muchos más votos llegando a un electorado de centro que en definitiva da las victorias electorales y que desde luego se aleja de postulados como los de Sánchez.
Ese derecho de los militantes a decidir lo que quieran ha llevado también al PP en Sevilla a una victoria inesperada de la candidata no oficialista. Pero todo ello lo que acaba mostrando a los ciudadanos son partidos rotos por peleas internas que en el caso sevillano por ejemplo viene facilitando al Alcalde un mando sin oposición real. Y como me decía ayer un conocido político, con la gente cada vez más cansada de los partidos políticos, todo esto no ayuda a lo contrario. Esperemos que sirva para algo en bien de España.
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