La Tribuna de Nertis

Miércoles de resaca

Concluía este sábado la Feria de Abril de Sevilla más larga, con más afluencia y que más polémica ha levantado, podríamos decir, que de la historia...

Concluía este sábado la Feria de Abril de Sevilla más larga, con más afluencia y que más polémica ha levantado, podríamos decir, que de la historia. Consecuencia de ello, esta Feria de 2017 ha sido analizada hasta el extremo desde los más diversos puntos de vista, y sacando conclusiones de todo tipo.

Me ha llamado particularmente la atención un factor clave que ha jugado en esta Feria, que recogía un periodista en el enésimo estudio analítico de la misma, y que es la división que hasta entonces existía entre la Feria de día y de noche. Hasta no hace mucho, era normal ir a descansar a casa para volver por la noche a la Real arreglado e, incluso a veces, cenado. Sobre todo, los últimos días.

Afirmaba acertadamente este periodista que este “break” o “descansito” hacia más llevadera la Feria, pero hacía años que había desaparecido esta costumbre y que ello combinado con más días de jolgorio, hacia insostenible poder aguantar toda la semana con el nuevo formato.

Achacaba este cambio de costumbre al consumismo imperante en nuestra sociedad, que nos hace quererlo todo y disfrutar al máximo aquí y ahora, pero olvida que son otros factores los que también han motivado que ahora se vaya a la Feria desde el mediodía y hasta que el cuerpo aguante. Entre otros, la masificación de la fiesta, la universalización de la misma. Con la necesidad de atender más visitas, con el transporte público congestionado, con el aumento de controles con el que la gente ya se piensa coger la moto como medio de transporte, con todo ello, a nadie le merece la pena volver a casa para descansar porque no hay tiempo, ni ganas, ni posibles.   

Y dado que resulta imposible aguantar ese ritmo, mi impresión es que, a partir de ahora, ese descansito a media tarde, se va a convertir con los años en el descansito “a media Feria”, que ya he visto hacer a muchos amigos y conocidos, que han tenido que parar un día entero para poder seguir, y de paso, conciliar sus obligaciones laborales, no fueran a estar todavía este miércoles de resaca.

En definitiva, estamos ante una fiesta viva, representativa de nuestra más pura idiosincrasia, y de la que vemos como surgen nuevas costumbres y comportamientos, fruto de la autenticidad de la misma y de su gente.

En mi opinión, aunque voté en contra del cambio de formato, creo que ya no vale la pena protestar, puesto que parece claro que, con los números en la mesa, el cambio se mantendrá, y no podemos sino adaptarnos al mismo como otras tantas veces hemos hecho los sevillanos, y seguiremos que tener haciendo.

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