No acabaré nunca de entender a los americanos. Soy de los que no me gusta nada que haya ganado Trump. De entrada, no comparto en absoluto sus modos. Me parece un cateto con mayúsculas. He estado en los campos de golf que compró en Escocia (Turnberry) y ha convertido lo que era un complejo de enorme clase y encanto en una ciudad de entretenimiento más cercana al Disneyland más vulgar que al auténtico encanto escocés. He visitado su torre en Nueva York y es toda una exposición abrumadora de mármol y suntuosidad feísima.
Veo ahora lo que sale de su casa imitando el estilo de Versalles en un rascacielos en la 5ª Avenida y simplemente se confirma que la horterada en grado sumo ha llegado a la Presidencia. Y por otro lado, no hay más que mirarlo, que observar su peinado o su corte personal, o escuchar sus manifestaciones sobre las mujeres o sobre los latinos.
Pero así lo han decidido y a lo mejor nos equivocamos. Recuerdo perfectamente cuando ganó Ronald Reagan en 1981. Yo era joven, pero Europa se mostró enormemente preocupada por quien decían era una conservador muy peligroso que venía de ser un actor secundario mediocre y de quien pensaban (como si se le mirara desde una atalaya superior) que simplemente era un tipo que en absoluto estaba preparado para presidir los Estados Unidos. Pues finalmente ese incapacitado fue luego reelegido para gobernar hasta ocho años completos porque su país estaba encantado con él.
No parece tampoco razonable que un país como ése siga teniendo un sistema electoral que hace que pueda gobernarlo quien haya sacado menos votos que su adversario.
Pero lo que es claro es que los americanos no son tan tontos como los tratamos desde Europa y si tantas decenas de millones de personas lo han votado es porque tendrán razones para ello. Ya digo que a mí no me gusta, pero eso es la democracia. Y ya empieza a mostrar algunas retiradas sobre lo que ha prometido, aunque desde luego tampoco me ha gustado que el primer político al que ha recibido sea el gran defensor del Brexit en Inglaterra.
Pero ojalá sirva para que Europa se ponga las pilas y piense que frente a lo que puedan hacer USA, Rusia o China protegiendo sus mercados, ha de actuar con una enorme unidad y ser muchísimo más agresivos como Unión para defender a su vez los productos de todos y la posición en el mundo de una Europa que frente a esas potencias que optan por esos líderes sólo una cohesión muy fuerte puede defendernos a todos.
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