Hoy resulta obligado verter opinión sobre un acontecimiento político mundial con repercusión en prácticamente todos los rincones del planeta y a todos los niveles. Mientras escribo estas palabras se está decidiendo quien será el próximo presidente de los Estados Unidos de América. El chiflado Trump contra la modosa Clinton, según puede inferirse de un breve repaso de la opinión pública y de la prensa que la moldea.
Pero ante esta reducción tan simplista de lo que vienen siendo unas elecciones democráticas que se amparan en la madre de todas las Constituciones, creo que hay que ir un poco más allá y me interesa sobremanera plantear ciertas cuestiones, que más que políticas podrían tildarse más bien de sociológicas. Si tan chiflado está el candidato Trump, ¿Cómo es que prácticamente igualaba en las encuestas a su rival? ¿Cómo se explica que casi la mitad de los votantes presten su apoyo al malvado Trump? ¿Será que Hillary Clinton no es tan buena como la pintan?.
Tales preguntas entiendo que dan para redactar una tesis doctoral en ciencia política, aunque ya he escuchado voces que resumen su respuesta en que simple y llanamente ambos candidatos son los peores que se recuerdan desde hace mucho tiempo.
Pero por aportar desde esta humilde tribuna algo más de criterio a esta síntesis me gustaría destacar por ejemplo, que parte del voto oculto que se inclina por Trump son precisamente inmigrantes que no desean la entrada de más competencia en el mercado laboral. Es hasta el más humilde empresario que desea una política económica y un régimen fiscal más liberal si cabe. Son ciudadanos desesperados que ven en Trump la realización del manido sueño americano. Porqué en EE.UU., al no conocer el socialismo, los ricos son un ejemplo a seguir, y por muy excéntrico, misógino y racista que se nos pinte a Trump, hablamos de que más o menos 50 millones de americanos lo han votado.
Quede presente que no estoy mostrando simpatía alguna por este señor, pero que debemos tener claro que hasta aquí ha llegado una imagen caricaturizada del mismo hasta el extremo, como tampoco tiene que ser muy real la imagen de la señora Clinton, a cuyas políticas militares podríamos responsabilizar perfectamente del terrorismo yihadista que nos amenaza hoy día.
Sea quien sea el ganador mientras lee estas líneas, no olvide que más importante si cabe será la composición del Congreso y el Senado estadounidense, cámaras que son las que realmente determinan los designios de la política mundial, por lo que ante tanta desinformación solo nos queda rezar y para ello nada mejor que entonar esa americanada de: “GodblessEurope”.
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