Llegan otra vez las vacaciones. Desde luego se hacen más ansiadas con este enorme calor que sobre todo cansa cuando las noches se convierten en insoportables o exigen que quienes puedan usen el aire acondicionado para conseguir dormir. Y llegan sin que los problemas más importantes que nos han perseguido todo el año no sólo no se hayan solventado, sino que estén peor que nunca.
Prácticamente todos los días tenemos que presenciar un episodio de muertes y violencia inusitada cometida casi siempre con un directa relación con el Islam, y en alguna otra ocasión provocada por la locura individual unida al facilísimo acceso a la armas. En cuanto al fanatismo religioso que nos tiene amenazados ya a diario a todos, lo que de verdad me sigue asombrando es que no contemplemos tras matanzas como la de Niza que los líderes políticos y religiosos del Islam hagan continuas y directas proclamas contra esos asesinos y cuantos los protegen. Que no sean precisamente los propios gobernantes de países como Marruecos o Arabia Saudí los primeros que acudan a condenar esas matanzas y a cuantos crean desde sus templos o sus organizaciones a los fanáticos que las causan. No alcanzo a entender que no sean los propios imanes quienes desde sus mezquitas no alcen la voz contra todos esos que invocan su religión para matar. Esa actitud nos hace pensar a los demás que sencillamente no están por condenar porque no les preocupa realmente y en muchos casos incluso apoyan ese tipo de barbaridades, lo cual noslleva a un directo enfrentamiento con una religión con cuanto de tremendo e injusto puede ser una globalización de esa índole. Pero es preciso exigir que cambien esa forma de actuar y que sean ellos mismos quienes ataquen directamente ese problema, porque no podemos admitir que sigan sin hacerlo y continúeagravándose tal guerra real.
Y en nuestro paísnos levantamos incluso leyendo estadísticas sobre qué pasaría con una tercera elección, en la que sin duda serían castigados el PSOE y Ciudadanos como culpables de no haber colaboradoa que se formara un Gobierno, y en la que la abstención alcanzaría cotas alarmantes ante el hastío de los españoles con sus políticos. Sencillamente no podemos permitirnos en la actual situación económica tal bodrio y es preciso que lo resuelvan y lleguen a acuerdos que al menos terminen con esa posibilidad de nuevas elecciones que por lo demás nadie puede garantizar que sirvan para algo.
En fin, deseo que cuantos tienen la enorme paciencia de leerme disfrutéis de unas vacaciones felices. Y por encima de ello que se resuelvan estos problemas en el próximo curso.
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