La tribuna de El Puerto

Evidenciar lo negativo

Hoy trataré una vez más sobre una “cara negativa” que puede poner de manifiesto las redes sociales

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  • redes sociales -

Muchos me preguntan porque evidencio con frecuencia los aspectos negativos que pueden derivar del uso generalizado de las redes sociales. Siempre respondo que ya hay bastante gente hablando de sus bondades, y si no se dan a conocer los problemas que puede generar este nuevo aspecto de las relaciones sociales, no se facilitará una reflexión seria y consecuente sobre el mismo.

A fuerza de decir solo lo bueno de algo que fundamentalmente lo es, se corre el riesgo de idealizarlo y perder el sentido crítico (y constructivo) que debe presidir nuestras acciones.

Hoy trataré una vez más sobre una “cara negativa” que puede poner de manifiesto las redes sociales.

En concreto el hecho de que muchas personas desconocedoras de hasta donde alcanza el poder mediático de tales redes, o simplemente aprovechándolo de forma maledicente, llevan a cabo actuaciones cuyas consecuencias negativas se ven acentuadas por las particulares características de ese entorno social.

Estos comportamientos también suceden  en las relaciones personales del mundo real, pero se inhiben y moderan por factores y circunstancias que en las redes sociales no identificamos o, como ya he dicho, aprovechamos en nuestro beneficio.

De siempre, cuando una persona realizaba un comentario negativo u ofensivo sobre otra, se lo hacía a un grupo más o menos reducido o a un solo individuo. Pero todos sabemos que tanto si es o no verdadera, la condición humana puede lograr que la citada “información” se extienda.

Frases tales como “calumnia que algo queda”, o “si el rio suena…” son consecuentes al denominado “cotilleo”, cuyo morbo sin límites se atestigua en la exagerada proliferación de cierto tipo de programas televisivos de gran éxito (aunque mucha gente niegue verlos).

La facilidad que existe hoy día para destapar “culpables” no exime a los daños colaterales que pueden causarse. En bastantes ocasiones hemos sido testigo de la destrucción “en vivo y en directo” de la reputación e imagen de personas públicas o no, creando conflictos donde no los había.

Pues bien, hoy día esa forma de actuar no es patrimonio exclusivo de los medios de comunicación, cualquiera puede valerse de WhatsApp, Twitter o Facebook para influir en un entorno social. No como lo hacía el clásico “cotilleo”, sino de una forma rápida y contundente.

El último informe de la Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza (ANPE) indica un fuerte aumento en el número de casos de acoso y violencia hacia los docentes de Primaria y Secundaria.

Señala que “existe un antes y un después del uso del WhatsApp por los padres”, y alerta de la cantidad de conflictos que genera entre ellos en relación con la actuación docente.

Que cada cual juzgue si merece la pena evidenciar las consecuencias negativas que pueden derivarse del uso (y abuso) generalizado de las redes sociales.

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