La tribuna de El Puerto

Diálogo

En estos días apelamos al diálogo como si este fuera la panacea que, a modo de llave, desbloquease el hermetismo de los que, precisamente, no quieren dialogar

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En estos días apelamos al diálogo como si este fuera la panacea que, a modo de llave, desbloquease el hermetismo de los que, precisamente, no quieren dialogar.

Este uso torticero de un término que engloba conceptos tan vitales para nuestra vida en común, lo desvirtúa. Hablamos de la capacidad de arrimar posturas y alcanzar el tan ansiado consenso.

Dicen que cuando uno no quiere, dos no se pelean. Y yo iría algo más allá: cuando algunos no quieren dar su brazo a torcer, piden dialogar... hasta en el código de los piratas se establece el “Parlamento” como último recurso del reo. ¿No han visto ustedes Piratas del Caribe?

Verán, les voy a dar un ejemplo: ¿Recuerdan ustedes a aquel candidato que hoy preside el gobierno de nuestra ciudad y que llegó a él con la promesa de “gobernar” para todos? Sí, ese, pues resulta que se le ha olvidado hacer realidad su eslogan, ese de gobernar para todos.

Verán, la capacidad de diálogo ya quedó bastante tocada cuando, de manera unilateral y haciendo uso de su bastón de mando, echó, literalmente hablando, a sus socios de gobierno.

Este hecho que pilló por sorpresa a propios y extraños, no solo dejo patente su poca capacidad de diálogo con los suyos, con el apoyo de los cuales no hubiese llegado a donde hoy está; sino que lo colocó en una situación de minoría que lo abocaba a buscar el consenso y - ¡ah!, amigo- el diálogo.

Y ahora, al más puro estilo del pirata Sparrow frente al patíbulo, alza la mano y pide “Parlamento”. En muchas ocasiones nos achacan a los miembros de la oposición la falta de consenso y la “paralización” de temas tan importantes para la ciudad como es el caso del presupuesto municipal.

Nada más lejos de nuestra intención. A fecha de hoy, mediados de octubre, seguir sin aprobar el presupuesto del año en curso es un fiel reflejo de la falta de capacidad del Sr. de la Encina y su bipartito, PSOE-IU.

El Sr. de la Encina ha de ser consciente de su situación de minoría y aceptar que no contar con el apoyo suficiente en la Corporación lo aboca al diálogo. Pero el diálogo no significa proponer y que te acepten sin más.

Implica alcanzar el consenso, ceder cuando la negociación lo requiera y aceptar las recomendaciones de tu interlocutor. No esperar a última hora para reunir a la oposición con la esperanza de que tus propuestas sean aceptadas días antes de elevarlas a pleno y, si no son aceptadas, culpar a quien no tiene competencias ni obligación en el asunto. Sr. de la Encina, diálogo sí; “Parlamento” no.

No quería nombrar al Sr. Puigdemont, pero ese diálogo para la imposición que ese señor promulga se me asemeja bastante al consenso que usted pide.

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