La tribuna de El Puerto

Nuevo curso político

No sé por qué extraña razón se homologan los tiempos de la política y de la enseñanza, pero en septiembre comienza tanto el curso escolar como el político

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No sé por qué extraña razón se homologan los tiempos de la política y de la enseñanza, pero en septiembre comienza tanto el curso escolar como el político. Esta coincidencia podría llevar a ver el ayuntamiento de El Puerto como un centro educativo al que los concejales acuden para proceder a su instrucción.

Los miembros del equipo de gobierno (PSOE e IU, y durante un tiempo Levantemos), a pesar de que alardeaban de conocimientos, no estaban muy versados en el ejercicio administrativo, muy diferente en sus reglas y compromisos del periodo de la escuela primaria de la oposición.

Así, el primer curso lo dedicaron, en exclusiva, a aprender prácticas de estudio y de borrado. Ante cualquier problema, petición ciudadana o posible proyecto tocaba meditarlo, examinarlo, analizarlo, en resumen había que estudiarlo.

Contaban, para ello, con todo un equipo de técnicos municipales, que les indicaban normativas, procedimientos y plazos, cuestiones nimias cuando se argumenta desde la oposición, pero fundamentales en el rigor administrativo.

Y, junto al estudio, obtener la destreza para borrar. Iniciativas y ordenanzas del anterior gobierno fueron borradas sin tener en cuenta las consecuencias negativas subsiguientes. Hubiera sido más correcto modificar y rectificar algunos aspectos concretos, pero era más fácil suprimir todo, ya que los cambios puntuales necesitaban trabajo y tiempo.

Por ejemplo, algunos artículos de la ordenanza de convivencia pudieron ser enmendados, pero derogarla entera y dejar sin amparo legal la corrección de conductas incívicas de las que nos quejamos todos los días, la verdad, no se entiende.

El segundo curso, con la salida de Levantemos del gobierno, lo dedicaron a conocer la aritmética y las técnicas de reciclado. En todos los plenos, teniendo el gobierno minoría, era necesario, si querían sacar los asuntos adelante, contar el número de ausencias y los posibles votos que se pudieran conseguir de algún grupo de la oposición.

Y, la mayoría de las veces, las cuentas no cuadraban, suspendiéndose incluso la aprobación de los presupuestos. Tocaba reciclar, maquillar lo que tanto se había denostado, pero que al final podía ser útil.

Se prorrogaban los pliegos de las contratas municipales, los dos parkings se reconvertían en uno (pero al precio de los dos) y las ayudas de Diputación permitían seguir parcheando los barrios.

Comienza ahora el tercer curso y la gran incógnita será conocer el plan de estudios, las materias que lo conformaran. Pero por algunas intervenciones recientes apostaría a que una asignatura versará sobre cómo parecer oposición estando en el gobierno. n

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