Nadie como un periódico para defender a ultranza la libertad de expresión por encima de cualquier otra cuestión que se precie. Al margen, al lado de ella, siempre nos quedarán los mecanismos democráticos oportunos para determinar, llegado el caso, enderezar los posibles excesos de una de las condiciones necesarias para entender en su esencia los valores de la democracia.
Demasiadas veces comprobamos como ante iniciativas ajenas, casi siempre de los que están en el poder, muestran la facilidad con la que se señala y se prohíbe cualquier controversia que confronte con la propia.
Utilizar el argumentario de “democrático” o “tolerante” se lleva en ocasiones a censurar, precisamente, no por no serlo, sino por ser contrario a la ideología partidista de turno. El Centro Cívico, al que damos buena cuenta la semana pasada del recorte de servicios con el que viene contando, vuelve a ser noticia ante la prohición del Ayuntamiento de celebrar una conferencia de Hazte Oír por “atentar contra la dignidad y la diversidad sexual”, en palabras de Matilde Roselló, edil de Igualdad.
La misma que no dudó en apoyar públicamente a Juana Rivas, a todos los efectos prófuga de la justicia que tiene secuestrados a sus hijos, o la que permitió meses atrás una charla-apoyo a Andrés Bódalo, preso en la cárcel por agredir a una embarazada y a un concejal del PSOE, entre otros.
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