La tribuna de El Puerto

Bienvenidos al caos

Si intentan ustedes atravesar nuestra ciudad del punto más al norte al punto más al sur, al este o al oeste, comprenderán de qué les hablo.

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Dicen que la incapacidad para controlar todas las variables en un determinado escenario y el escaso o nulo control de los procedimientos que inciden en una determinada situación provoca que la aparición de cualquier variable no controlada, por insignificante que esta sea, puede desencadenar una ola de acontecimientos que alteren por completo el sistema, dando lugar al temido caos.

Si bien existe una teoría matemática del caos, cuando esta se aplica al desarrollo urbano intervienen factores humanos que la complican e introducen esas variables mínimas suficientes para generarlo.

Si intentan ustedes atravesar nuestra ciudad del punto más al norte al punto más al sur, al este o al oeste, comprenderán de qué les hablo.

Las obras que estos días se están acometiendo en ciertos puntos de la ciudad (Pozos Dulces, Ermita de Santa Clara o Micaela Aramburu) son un claro ejemplo de lo que les hablo.

La falta de información, la antelación a las variables como el tráfico extraordinario de estos días y la escasez de vías alternativas suficientemente estudiadas y programadas, están convirtiendo El Puerto en una gymkhana gigante cuyo premio es la imagen que la ciudad ofrece a quien nos visita.

Y por supuesto ni un mero cartel de “Trabajamos por mejorar la Ciudad”, pues estas obras que ahora se venden como logros políticos son las mismas que auparon al bipartito al gobierno de la ciudad, ¡pero por la oposición que ofrecieron a las mismas!

Atravesamos tiempos difíciles en nuestra ciudad, tiempos caóticos, donde la incapacidad del equipo de gobierno por poner a la ciudad en marcha es utilizada para jalear a alborotadores y culpar a la oposición al completo como causante de esa deficiencia

¿Qué pasa en El Puerto? En mi opinión ha llegado el momento de cumplir lo prometido y el equipo de gobierno, ante la incapacidad de hacerlo, convierte un “No a los parkings” en un “Viva el parking”, el “Apemsa no se Vende” en el sobreseimiento de las denuncias, el “En El Puerto no se paga por ir a la playa” en carta blanca para los “gorrillas” que ni siquiera residen en El Puerto.

Si la Justicia cumple con su cometido de resarcir un daño, veremos quién acaba condenado…
El Puerto es como el juego de niños conocido como “El mundo al revés”, donde la culpa la tiene el que no gobierna. Donde lo que antes era malo, ahora, por arte de birlibirloque, pasa a ser bueno. Todo ello sin previsión, sin programación, creando una tormenta de un simple aleteo de mariposa.

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