La tribuna de El Puerto

Ahí están los Juzgados

Mejor denunciar que insultar, los Juzgados están ahí, para todos

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En la mañana del miércoles aparecieron en la puerta de la sede de mi partido unos cartones escritos donde además de tildarnos de “mafiosos”, nos invitaban a “disolvernos” como tal. A medida que me dirigía hacia mi destino me invadía una sensación amarga, mezcla entre tristeza y rabia.

Seguramente habrán pensado que esta sensación estaba dirigida o basada en el acto, a mi parecer, de cobardía protagonizado por unos palmeros que amparados en el anonimato del grupo se dedica a insultar a un local, en ese momento, vacío.

No, mi tristeza se me antoja infantil, como la del niño que descubre que el que recoge los dientes de leche bajo la almohada si se llama Pérez es de pura casualidad. Desgraciadamente ya no tengo la inocencia de un niño y soy capaz de asimilar que los causantes de mi tristeza no son nada parecido a tan estimado ratón.

Rabia, sí, tal vez sea rabia lo que sentí. Rabia por quien sin el menor aprecio nos expone al resto de militantes y representantes del partido al escarnio público. Cuando se destapa un acto de corrupción en mi partido les puedo asegurar que a quien más daño hace es a nosotros. El dinero que se “desvía” es tan nuestro como suyo, pero nuestros hijos son sólo nuestros hijos y nuestras familias, son nuestras familias, no las suyas.

Las prácticas fraudulentas que se están descubriendo a diario son intolerables y si les sirve de algo, este que les habla las repudia. Las repudia porque no las admite, porque considero que son imperdonables.

Si por mis creencias religiosas considero que la persona debe ser solidaria, más aún han de serlo los que gestionan los dineros públicos. Pero, por favor, no generalicen; no nos metan a todos en el saco.

No es momento de ver quién acumula más fraudes en sus filas aunque siempre pesan más las de nuestro lado, ¡incluso a nosotros! Un euro “desviado” de las arcas públicas ya es demasiado.
No quiero recordar qué partido aprobó en mayoría, frente el no de otros, las leyes bajo las cuales se están destapando los actuales casos de corrupción. Es momento de hacer frente común y no permitir más casos de corrupción.

Dejemos el insulto a un lado que es flaco el ejemplo que damos. No nos amparemos en el grupo o en la libertad de expresión pues este es un concepto que no es propiedad de unos pocos, y mucho menos, un aval para el insulto.

El insulto es el argumento del que no tiene otros recursos y yo estoy convencido que todos tenemos otros recursos.

Mejor denunciar que insultar, los Juzgados están ahí, para todos.

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