La tribuna de El Puerto

Dar la charla

La clase magistral es una labor didáctica centrada en el profesor, el cual actúa casi todo el tiempo como un conferenciante

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La clase magistral es una labor didáctica centrada en el profesor, el cual actúa casi todo el tiempo como un conferenciante, transmitiendo conocimientos a unos alumnos que le escuchan, toman notas y oportunamente pueden preguntar.

Es un proceso de comunicación casi totalmente uni-direccional, del docente hacia sus alumnos. Pero para que sea verdaderamente efectiva, la clase magistral debe aportar un enfoque crítico de la disciplina que esté impartiendo, para formar a los alumnos con la mentalidad crítica que necesitaran para afrontar cualquier problema.

Pero lo cierto es que, a nivel práctico, en muchas clases magistrales el aprendizaje suele quedar relegado a un segundo plano, predominando casi exclusivamente la actividad del profesor impartiendo información a unos alumnos que se limitarán a memorizarla.

Esto ha provocado duras críticas, tanto por el papel pasivo del alumnado, como por la poca efectividad de esta forma de transmitir conocimientos, argumentándose a veces que en una biblioteca, o en Internet, los estudiantes dispondrían de mejor información que la de sus apuntes de clase.

En el contexto académico actual, de todos los argumentos a favor de las clases magistrales, yo me quedaría con su capacidad de los profesores que las imparten para motivar a los estudiantes.

Estos, suelen ser expertos en el conocimiento de una determinada disciplina, y son capaces de mostrarla de una forma mucho más fácil y vívida que cualquier documento escrito.

Pero el mejor profesor no es el que más sabe de su materia, ni  siquiera el que con mayor habilidad la explica a sus alumnos, el mejor profesor es el que mejor logra emocionarles cuando les transmite sus conocimientos.

El conocimiento debe tener contenido emocional, debe transmitirse emocionalmente. Para ello el profesor deberá hablar a sus alumnos con voz clara y confiada, utilizando un lenguaje cercano, mirándoles constantemente y ajustando los tiempos atencionales.

Algunos profesores deberían controlar la impulsividad de su lenguaje, para enseñar con entonación emocional, y otros asumir que la media del foco atencional sobre un monólogo raramente supera los quince minutos.

Una buena clase magistral, requiere una adecuada preparación para introducir, organizar, resumir e ilustrar la lección de forma apropiada, pero para que motive a los alumnos, lo más importante es el entusiasmo del profesor.

No se trata de quitar las clases magistrales, la enseñanza requiere la palabra humana. Se dice que el hábito al monje, podríamos decir que la explicación hace al profesor, pero este no puede perder de vista que la excelencia de su labor depende de que cuando hable se le “escuche”. No se trata de “dar la charla”.

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