A través de un amigo geólogo, me enteré del fallecimiento del profesor Emilio Pedranici. Un docente que transmitió su conocimiento y entusiasmo por la Ciencia al alumnado de Secundaria, y al profesorado asistente a sus numerosas conferencias y cursos de formación sobre didáctica de las ciencias. Autor de muchos libros y artículos, fundó una ONG para formar profesores de países en desarrollo y fue, entre otros cargos, coordinador de Ciencias Experimentales del programa de Reforma de las Enseñanzas Medias en Andalucía.
Cito la trayectoria de Pedranici para dejar sentado que, como destacado impulsor de la didáctica de la Ciencia en nuestro país, sus opiniones merecen ser tenidas en cuenta.
Por ello quiero recordar un artículo de prensa que escribió hace cinco años junto a Amelia Calonge, y que aún posee gran vigencia.
En el mismo Pedranici advierte sobre el desequilibrio que presenta la propuesta educativa del por entonces anteproyecto de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). Señala que todo aquel que complete el bachillerato debería poseer una formación humanística y científica que le abra perspectivas y le capacite para seguir estudiando, pero en la estructura general del nuevo bachillerato el contenido científico brilla por su ausencia, y en la modalidad de Ciencias está bastante desequilibrado.
También apunta que no parece razonable que en el primer curso del bachillerato de ciencias se obligue a estudiantes de 16 años a elegir que quieren ser en el futuro, como tampoco lo es que el contenido científico esté ausente en la formación común del bachillerato.
Por otro lado, apunta que si se considera que la Biología, Geología, Física y Química, son esenciales en la formación de cualquiera que pretenda seguir estudios universitarios de ciencias, no se entiende porque la Geología desaparece del bachillerato de ciencias, ni parece sensato que algunos estudiantes acaben este sin haber cursado la asignatura de “Biología y geología”.
Los que siguen esta columna saben que tengo muy clara la importancia de la formación en humanidades. Pero tengo igual de claro que la sociedad necesita científicos, médicos, ingenieros, arquitectos, etc., y para que existan estudiantes que quieran serlo, hay que lograr que se sientan atraídos por la Ciencia.
Incluso la Unión Europea insiste en la necesidad de aumentar la cultura científica de la ciudadanía, ya que el conocimiento científico será cada vez más importante en el debate público, la toma de decisiones y la legislación.
Con un sistema educativo que no le dé su sitio a la cultura científica, corremos el riesgo de caer en el peyorativo tópico del “¡Que inventen ellos!”, frase que aunque la dijo Don Miguel de Unamuno, suele ser alegremente descontextualizada y tergiversada por muchos cuando la citan.
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