La tribuna de El Puerto

Una corte de ángeles en Santa María del Puerto

No soy mucho, más bien nada, de expresar lo que siento pero después de dos días lo necesito. No te conocía y nunca me hubiese imaginado que sería de esa manera, pero era lo que el destino nos tenía reservado.

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No soy mucho, más bien nada, de expresar lo que siento pero después de dos días lo necesito. No te conocía y nunca me hubiese imaginado que sería de esa manera,  pero era lo que el destino nos tenía reservado.

Fueron muy pocos minutos los que estuvimos a solas,  pero a mí se me hicieron eternos hasta que apareció nuestro séptimo de caballería particular,  tanto por la puerta como por la esquina del hospital.
Un séptimo de caballería de muchos colores: verde, azul, celeste, blanco... ¡¡hasta vestidos de paisano!!

Por todo eso quiero darles las gracias a todos: a esas personas anónimas que me ayudaron a mover ese caballo de acero y se paraban en la carretera para que los coches no pasaran, a Miguelito que no dudo en bajarse del coche para ayudarte, a Luis y a José que venían preparados para ayudarte a respirar.

A Celia que no dudo en bajar detrás mía, a Tere, que aunque pequeña tiene cojones para llevar una bala de oxígeno, a Cristina que estando chunga no dudó en quitarse horas de sueño, a Pepe, Cristian, Lojo,  Roca, que nos ayudaron a moverte con el mayor mimo posible, a Maria José, que no dudó en acercarse aun estando de calle, a Ana, son ya muchos años juntos como para saber identificar el tono de mi voz y dar las órdenes oportunas.

A Marta, Angela y Belén, que son capaces de ver donde otros nos quedamos en la superficie, a Manuel que nos esperaba arriba con todo preparado, a Clara y Vane, nuestros ángeles particulares de ese sitio que da tanto respeto, a Jesús, que nunca tiró la toalla aunque los signos dijesen lo contrario, a Gema y Queca, que aún sin peticiones sabían lo que tenían que hacer y a todos los que de un modo u otro nos ayudaron. Pero no siempre se gana la batalla aunque hayamos luchado con todas las fuerzas.

Por todo esto quiero de nuevo daros las gracias, me enorgullece ser vuestro compañero, sois GRANDES.

Y a ti solo desearte que descanses en paz y que le digas al de arriba que en Santa María del Puerto tiene una corte de ángeles que no tiene nada que envidiarle a la corte celestial.

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