La Taberna de los Sabios

Una teoría de la venganza

Que así es la política y así es la vida. La suya, la mía y la de los candidatos del PP

Publicado: 11/07/2018 ·
10:02
· Actualizado: 11/07/2018 · 10:02
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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La política, más que arte o ciencia, es, sobre todo, pasión. Pasión por las ideas, pasión por el poder. Las pasiones – las buenas, las malas y las mediopensionistas- arrastran a los protagonistas de la cofradía política. La acción política es Shakespeare en estado puro, con sus pasiones al desnudo, descarnadas, intensas. El poder, la solidaridad, los celos, la generosidad, la ambición, el idealismo, la envidia, la amistad, el odio, el compañerismo y, cómo no, también la venganza, la cruel y estúpida venganza. Aunque a todos nos afectan, es en la política donde encontramos el repertorio completo de ellas. Por eso, tomaremos las primarias del PP como banco de pruebas para nuestra teoría de la venganza.

La primera justicia se basó en la venganza, como brutalmente cantara la Biblia: Ojo por ojo y diente por diente. Pero no funcionó porque la venganza llamaba a la venganza y no resultaba justa ni proporcionada. Tampoco evitaba nuevos crímenes, sino que, al contrario, los propiciaba. La sabiduría colectiva prohibió la venganza particular para establecer la pública. Así dictó una justicia basada en leyes, juzgada por jueces y ejecutada por los poderes públicos.Pero donde la ley no llega, la pasión reina.

Es conocido el odio que se profesan Saénz de Santamaría y Cospedal. Se odian con rencor espeso, cuajado de agravios y desprecios, de dosieres e infamias. Las dos concurrieron libremente a la presidencia del PP, mientras se lanzaban, de reojo, miradas afiladas y ponzoñosas. Se trataba de un duelo a muerte, en la que una debía matar y la otra morir. Pero hete aquí que apareció un tercero en discordia, un joven Casado de sonrisa elegante y entrañas forjadas por el castigo –probablemente injusto- de los títulos, másteres y demás. Y la sorpresa no tardó en saltar. Ganó Sáenz de Santamaría a Cospedal, pero por poca distancia sobre Casado. La pasión tomó de nuevo el mando y supimos entonces que Cospedal apoyaría a quien tuviera que apoyar con tal de que su enemiga cayera también derrotada. Que la venganza es dulce si se sirve en plato frío. Que así es la política y así es la vida. La suya, la mía y la de los candidatos del PP. Se odiaban, se juraron venganza, y, probablemente, finalizarán las dos consumidas por sus propias pasiones irrefrenables. Cospedal derrotada por Santamaría en primera instancia, Santamaría por Cospedal en segunda vuelta, merced a la venganza premeditada y alevosa.

Y es que la venganza, como energía negativa, suele volverse en contra, por aquello del karma justiciero y equilibrador. Ya Granados advirtió a Cifuentes de manera inquietante y redonda: Si buscas venganza – le amenazó – cava dos tumbas. Cifuentes no se arredró. Denunció todo lo denunciable y hoy yace en una de las sepulturas excavada con sus propias uñas. La venganza es una pasión vil y contraproducente, tan enajenadora que enloquece. El vengativo no cesará hasta inferir grave daño a la persona odiada, aún a sabiendas de que pudiera, también, finalizar escaldado. Mal consejero el rencor, que nos impulsa a la venganza y que nos engaña al hacernos creer que el castigo al otro aliviará el pesar propio, sin reparar el propio daño que nos causamos.

Escribía Cipolla en su Allegro ma non troppo que el estúpido es el más peligroso de los humanos. Pero, ¿quién es el estúpido? Pues el estúpido es aquel que, para que su enemigo pierda, es capaz de perder él también. Milita en el pierde/pierde y rezuma odio y rencor. Le da igual su propia fortuna si logra arruinar a la del prójimo. La venganza, por tanto, es estúpida y contraproducente. Sencillamente, no merece la pena. Por eso, nos quedamos con Séneca y su aserto sabio para repetir con él que la venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible.

La venganza sobrevolará las primarias del PP. Pero que ninguno de los candidatos olvide lo que afirmara David Lloyd George. Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano y la papeleta, un puñal de papel.

 

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