La salita de Moy

Hay noches y noches

Porque no todas las noches nacen con luna llena. Las hay que pasan y no despiertan y están aquellas que sólo por existir, alborotan...

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Porque no todas las noches nacen con luna llena. Las hay que pasan y no despiertan y están aquellas que sólo por existir, alborotan. Noches que brillan con luz propia, con miradas que despiertan la ilusión de soñar con los ojos abiertos o con la de esas luces led de un estadio que ilumina el camino de los sentimientos. Hoy toca historia. Hoy toca noche con redobles de Nervión. Así pases a esta salita amigo, sea cual fuere tu equipo, porque hoy una ciudad de pasiones entonará de nuevo la lírica de los dioses del fútbol. 

No todas las noches llegan con la oportunidad de festejar el pase a una final. Por el mero hecho de contar con esa condición es ya la hace merecedora del catálogo "única". Es especial. Es otra forma de sentirte vivo y adorar parcelas de tu vida, aunque como siempre decimos los mortales, el fútbol no nos dé de comer. Pero hay condiciones que no tienen precio. 

Y la de hoy será una noche donde la luna aparezca con forma ovalada para conjugar un eclipse con tonos rojos. Una luna que surgirá de la mismísima tierra y que responderá por enésima vez a un mismo nombre propio, el del Ramón Sánchez Pizjuán.  

Pero no por ser reiterativa pasa a convertirse en una de esas noches que pasan y no despiertan. No por ser el rival un conjunto llamado Leganés, provincia de Madrid, se devalúa el valor de la misma. No por acostumbrarse a las buenas costumbres, la tradición deja de ser tradición. No todas son iguales. 

Hoy el abuelo tendrá la oportunidad de volver a rozar la gloria tras décadas de sufrimientos caminando por el desierto. La madre podrá ver de nuevo a su hijo con lágrimas en los ojos, las mismas que generan la fuente de la ilusión. El joven será más amigo de su amigo con abrazos en forma de goles que celebran tan sólo los que creen sin ver. Hoy se rendirá tributo al origen y sentido de una peña que ha tomado la bandera del sevillismo. Esta noche, los Triana Fans serán imparables.

Y si los astros acompañan. Si Lenglet es férreo, Banega genera la magia, Sarabia las pone, Muriel las remata y Sergio las para, entonces la noche pasará a ser una de esas noches dibujada con óleos de oro en los anales de la vida de decenas de miles de sevillanos. Porque no, no todas las noches son iguales. No siempre que se esconde el sol, nace la luz de un escudo, que a pesar de los vaivenes, acostumbra a llenar el tarro de las ilusiones casi una vez al año.  

Bendita costumbre pensará ese abuelo que hoy desde el tercer anillo se asomará por la baranda de la gloria sobre ese asiento de hormigón para contemplar como sus hijos y nietos siguen dedicándole a él estas gestas de su equipo. El 16 de un sevillismo celestial que late como nadie, como nunca, en noches como esta.

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