La salita de Moy

¿Qué me traigo de Fátima?

Humanización. El concepto que resume la peregrinación cristiana a una tierra santa donde María se muestra en su más profunda humildad y de la forma más humana

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Humanización. El concepto que resume la peregrinación cristiana a una tierra santa donde María se muestra en su más profunda humildad y de la forma más humana. El lugar en el que liberamos nuestros menesteres y nos transfiguramos en Francisco, Jacinta y Lucia para darnos cuenta, una vez más, que vivimos permanentemente preocupados de nuestra forma y no de nuestro fondo. Y no, no hablo exclusivamente de fe, ni de la comunión de los pecados. Hablo de humanizarnos.

Fátima es servir antes de ser servido. Es entregar lo que tienes para cambiar el mundo. Es tirar del carro de tu amigo. Es echarle una mano para seguir caminando. Es sentir que formas parte suya en su amanecer y en su anochecer. Pero hagan extensible esta reflexión a nosotros mismos, porque no es necesario vivir sobre una silla de ruedas para darte cuenta que siempre, siempre necesitas la mano de un familiar, de un amigo, de un compañero, para caminar.

Fátima es como ese mágico reloj que detiene el tiempo. Es el respiro que tantas veces reclamamos cuando la rutina nos ahoga. Es el reseteo de nuestra mente y la limpieza de nuestra alma antes de volver a pisar la calzada de nuestros cotidianos hábitos. Allí, en la Capelina, el lugar donde Fátima vino a dejar un mensaje de paz en medio de la cruda guerra, encuentras precisamente eso, paz. Calma, tranquilidad, un sosiego que te arrebata todos tus preocupaciones de un golpe.

Y Fátima, por supuesto, es María... Es tomar su mano y dejarte llevar por su sendero. Sin preocuparte el terreno, ni de una brújula que a veces no marca el norte. Es hacer de tu vida un portalón abierto las 24 horas de cada día para anunciar su mensaje, porque ningún portador de su alentadora mirada puede cruzar por su camino sin transmitir el espíritu que irradia en tu alma. Es sentir que no estás solo, que tu rezo se multiplica por miles en el mismo segundo en el que cantas “Ave María”. Es Fátima la tierra santa donde la Santísima Virgen se presenta cada día para guiar al rebaño hacia la tierra fértil de los santos pastores.

¿Qué me traigo de Fátima? Pues un sencillo rosario comprado con todo el cariño y toda una lección de vida, humana y cristiana, la que Andrés ha vuelto a impartirme magistralmente con sus actos, con su corazón y con sus palabras.

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